1 de septiembre de 2011

Agosto en Madrid


Se acabó el mes de agosto. Va aflojando poco a poco “la caló”. Van tocando a su fin las tan ansiadas vacaciones de verano. Las zonas costeras empiezan a vaciarse progresivamente, porque los turistas comienzan a dispersarse hacia sus ciudades de origen.
Pero también termina la tranquilidad en las calles de Madrid. Volverán a aparecer las boinas de smog matutino. Volverá a enrarecerse el aire que respiramos. Comenzarán a subir los niveles de contaminación atmosférica y ésta nos matará un poquito más. Volveremos a sonarnos la nariz con resultados “más oscuros”.
Las envidiadas siestas hispánicas serán algo menos placenteras al aumentar el bullicio callejero. La concentración para leer un libro, en tu terraza favorita o en un banco de un arbolado paseo, ya no será la misma con tanto tráfago de tráfico, valga la redundancia. Ya no podré tirar fotos desde en medio de la calzada.

La charla de un encuentro casual en una esquina de la calle ha de subir unos cuantos decibelios el volumen. De encontrar una plaza de aparcamiento, ni hablamos. En fin, todo este rollo para decir, que me gusta el verano y, concretamente el mes de agosto, para poder disfrutar de mi M@driz. Y me diréis, sí, pero hace mucho calor con tanto asfalto, granito, hierro y hormigón. No hay problema, seguir el consejo de D. Ramón Gómez de la Serna: “Para evitar el calor, los termómetros del verano deberían colocarse al revés”.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

26 de agosto de 2011

Lamarca Hermanos


Este edificio está situado en la calle Fernando VI, número 10. Se desarrolla de esquina a esquina con vuelta por una parte con la calle de Regueros y por la otra parte con vuelta a la calle de Belén. 
Es obra del arquitecto Santiago Castellanos Urízar y promovido por la empresa Lamarca Hnos. para la construcción, venta y reparación de carruajes automóviles y carrería. 

Castellanos planteó el proyecto en 1902, con un desarrollo longitudinal, de escaso fondo y dos alturas rematadas con torreones, ubicando la zona comercial, con exposición y oficinas, en la planta baja; los talleres de reparación y los garajes en el patio trasero, y viviendas en la primera planta y en el segundo piso de los torreones de los extremos. 
La fachada, de estilo moderno, combina el modernismo vienés de la caligrafía del frontón central donde figura el nombre de la sociedad, con toques clasicistas en los huecos de ventanas y las pilastras a lo largo de toda su fachada. 

Afortunadamente en el año 2010, tras un gran deterioro por abandono, se acometieron las reformas de su fachada, restaurando las partes dañadas de su frontal y restituyendo piezas desaparecidas como las esfinges de los extremos del frontón. 


Fuentes: "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "Ayuntamiento de Madrid", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería".
M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

18 de agosto de 2011

Puerta de Toledo (comparativa)


Litografía de J. Cebrián s.XIX

La Puerta de Toledo preside la glorieta del mismo nombre, en la que confluyen la Ronda de Segovia, el Paseo de los Pontones, la calle de Toledo, la Ronda de Toledo y la Gran Vía de San Francisco.
Ya en la primitiva cerca de la ciudad construida en el siglo XV existió una puerta, de la que no quedan referencias, llamada de Toledo, de donde partía el camino que iba a la ciudad homónima.
En 1625, al construirse la cerca que ordenó Felipe IV, se levantó una segunda puerta, situada algo más cerca del centro de la ciudad que la actual, en la calle de Toledo.
Los primeros proyectos de construcción de la puerta actual se remontan a 1812, en la época de ocupación napoleónica, durante el reinado de José Bonaparte, cuando se ordenó su diseño para adecentar la entrada a Madrid por el antiguo camino real de Andalucía.



Este primer proyecto no llegaría a ejecutarse puesto que, tras la expulsión de José Bonaparte en 1813, las autoridades municipales encargaron un nuevo diseño al arquitecto neoclásico, discípulo de Villanueva, Antonio López Aguado(1764- 1831), que proyectó la puerta a modo de un arco triunfal dedicado al recién restaurado rey, Fernando VII.
Con una altura de 19 metros y una clara reminiscencia romana, está conformada con bloques de granito y compuesta por un gran arco central de medio punto y dos puertas dinteladas.



La decoración consiste en medias columnas estriadas de orden jónico a los lados del arco central y pilastras del mismo estilo enmarcando las puertas laterales.
Se encuentra coronada por un grupo escultórico en piedra diseñado por el escultor valenciano José Ginés(1768- 1823) y esculpido por Ramón Barba ( 1767- 1831) y el toledano Valeriano Salvatierra (1788- 1836) y compuesto por una alegoría de España, representada por dos niños, portando el escudo de armas de Madrid, una personificación de las Artes, una matrona simbolizando las provincias y el león como símbolo del poder monárquico. 



Sobre ambas puertas laterales completan la composición diversos trofeos militares.
Fue la última puerta monumental erigida en el antiguo recinto de Madrid. Se construyó entre los años 1817 y 1827 y fue restaurada por el Ayuntamiento de Madrid en 1995.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

9 de agosto de 2011

Chimeneas de Madrid


¡Madrid es fantástico/a! Es curioso pero acabo de caer en la cuenta de que después de toda una vida anidando en esta querida-maldita ciudad y con tanto galimatías con la igualdad, todavía no tengo muy claro qué género y sexo aplicarle/o/a.
No quiero ser reiterativo con lo de, “que vamos a todas partes corriendo”, “que si parece que vamos con orejeras”, “que si el estrés de la sociedad de consumo”, “que si no llego”, “...es que me cierran”, “me echan si llego tarde”, etc. Pero bien es cierto que generalmente no paseamos si no que pasamos que, obviamente, por una simple vocal, no es lo mismo.

Lanzamos la vista hacia delante sin fijarnos en esa variedad de detalles que, al estar unos cuantos metros más arriba, pasan desapercibidos por insignificantes, o no les damos importancia por cotidianos, o simplemente no los vemos por estar un tanto escondidos.
Si fuera por vicios militares iría siempre con la vista al frente, si fuera por vicios religiosos iría con la cabeza humillada en señal de sumisión y respeto, pero como mi deformación es por vicios arquitectónicos adquiridos estoy acostumbrado a ir siempre con la cabeza bien alta, lo que me ha reportado decepciones, pero también multitud de satisfacciones visuales, a mí y a mi ojo derecho, que es con el que miro a través del visor de mi cámara.
Siempre hay un balcón, una inscripción, un adorno, un castillete, un color, una ausencia que nos causa sorpresa, desconcierto o indignación, en cualquier caso, bueno o malo, un gesto. Hoy me ha tocado clavar la visual en las chimeneas, ¡qué le voy a hacer!

Hay artistas y artesanos para todos los gustos y disciplinas que, desde tiempos inmemoriales, plasman sus obras en fachadas, tejados y azoteas y, ¡oh! avispados lectores, como bien habéis intuido hoy dedico este artículo a esos artistas-artesanos y viceversa que con su imaginación y creatividad aportan su granito de arena dando ese toque rústico que remata la silueta de Madrid  y que, de forma tan decorativa, nos ayudan a expulsar de nuestros hogares, comercios y despachos, esos “malos humos” tan nocivos para nuestros castigados pulmones urbanitas.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

20 de julio de 2011

Cornelis Zitman en Madrid


Aunque en un principio este artículo parezca no encajar con la temática pretendida de este blog, nada más lejos de la realidad, pues, a mi entender, es una forma de Art-quitectura, al fin y al cabo.
Hace unos días, con motivo de la reapertura, no exenta de polémica, del C. C. Conde Duque, visité por casualidad una exposición de escultura de un artista holandés, para mí totalmente desconocido y que por la originalidad de su obra, que me sorprendió y entusiasmó, he creído conveniente incluir aquí mi particular homenaje.

 Cornelis Zitman nace en el año de 1926, en el seno de una familia de constructores de Leiden, Holanda. Con 15 años ingresa en la Academia de Bellas Artes de la Haya. En 1947, en plena Segunda Guerra Mundial, emigra en un petrolero sueco a América del Sur, a la ciudad de Coro, Venezuela. En 1949 se traslada a Caracas donde comienza a pintar y esculpir inspirándose en los cuerpos de la población nativa, recibiendo en 1951 el Premio Nacional de Escultura.
En 1961 expone en Boston, Estados Unidos, y en 1964 vuelve por espacio de tres años a Holanda para aprender técnicas de fundición con el también escultor Pieter Starreveld. Tras este aprendizaje, vuelve a Venezuela para establecerse definitivamente en un trapiche, viejo molino de caña de azúcar, situado en una de las colinas que rodean la ciudad de Caracas, donde consolida su carácter de escultor, convirtiendo sus obras en representaciones de una nueva raza, la que se ha dado en llamar, la raza zitmaniana.

En 1971 expone en la galería Dina Vierny de París y, a partir de entonces, se dedica exclusivamente a la escultura. Expone individualmente en Venezuela, Suiza, Estados Unidos, Francia, Holanda y Japón, obteniendo varios premios nacionales e internacionales.
Sus esculturas, la mayoría en bronce, representan lo visible y lo tangible, destacando y exagerando a modo de caricatura la morfología de los indígenas de aquellas tierras venezolanas. Caben destacar especialmente las figuras femeninas, por sus tremendos y rotundos volúmenes, sin desmerecer las esculturas tribales, las de niños y ciclistas.

La exposición “Cornelis Zitman en Madrid”, que se expone en el Centro Cultural Conde Duque desde el 10 de junio hasta el 16 de octubre, da acogida a 103 esculturas, 25 dibujos y un óleo fechado en 1946, su obra más antigua, y en la que los críticos han querido ver una premonición de lo que posteriormente sería su mundo creativo. La exposición se compone de obras procedentes del Museo Beelden Aan Zee de Scheveningen, Holanda, del Museo Maillon, de París, de diversas colecciones de particulares y de la colección del propio artista.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo