Mostrando entradas con la etiqueta Comunidad de Madrid. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Comunidad de Madrid. Mostrar todas las entradas

30 de noviembre de 2013

El Niño Pedrín

 



       
A tan sólo unos cincuenta kilómetros de Madrid en una de las laderas del Monte Abantos, 
 monte que ya en la época pre-romana de los Vetones fue el lugar elegido para comunicarse 
 con los dioses, dominando unas magníficas vistas sobre San Lorenzo de El Escorial, 
 se encuentra la ya mítica cruz de granito erigida a finales del siglo XIX para dejar constancia 
 del luctuoso hecho ocurrido en ese mismo punto donde se alza. 
 Ocurrió el 10 de febrero de 1893,  a Pedro Bravo y Bravo más conocido por el niño Pedrín. 
 Es la historia de un muchacho de ocho años, monaguillo del monasterio, que un día tras 
 terminar el oficio, desapareció sin dejar rastro y que al cabo de una semana de incesante 
 búsqueda por vecinos y por la propia guardia civil, según expresan los propios lugareños, 
 por fin fue encontrado “hueco, sin sangre”.
 

Una fría noche de febrero, en su ronda habitual, dos guardias forestales dieron con el cuerpo  semioculto brutalmente asesinado de un niño con tremendas erosiones en el cuello y las extremidades, pistas que condujeron a un posible culpable “El Chato” un vecino del pueblo que fue acusado del crimen y al que condenaron tan sólo a ocho años de presidio. 
Aunque nunca se supo el motivo, la leyenda especula que fue secuestrado dentro del monasterio, víctima de una conspiración, por un vecino perturbado. 
Pero si lo que os interesa no son tanto las curiosidades morbosas sino la belleza del paisaje, os recomiendo que visitéis en el mismo Monte Abantos en su vertiente sureste, el arboreto Luis Ceballos. Se encuentra a 1.300 metros de altitud, tiene unas 250 especies de árboles y arbustos y toma su nombre del naturalista Luis Ceballos y Fernández de Córdoba que nació en San Lorenzo del Escorial en 1896.
 

M@driz hacia arriba©2006-2013 | Manuel Romo

16 de enero de 2011

Parque El Capricho



Nació en 1783 de la mente ilustrada de la duquesa de Osuna, Doña María Josefa Alonso Pimentel, cuando compró una casa de recreo con huertas y frutales situada en la villa de Alameda. Los Osuna, los nobles con mayores riquezas de la época, construyen en dicha finca, un espacio de recreo como centro escénico-artístico y conjunto paisajístico y arquitectónico (arquitecturas efímeras). Estas edificaciones, denominadas Caprichos, tenían que ser descubiertas por los invitados a lo largo de un recorrido.

 

Artistas ilustrados construyeron pabellones, trazaron recorridos y crearon estancias cuya finalidad fue representar la fiesta, el juego, el amor y los trabajos de la naturaleza en la que están entrelazadas la arquitectura y la jardinería. Ejemplo de villa suburbana y jardín paisajista del siglo XVIII en España, ocupa actualmente una extensión de catorce hectáreas.

 

Ya en el siglo XIX, durante la invasión francesa, la duquesa se exilió a Cádiz, el gobierno de José I confisca la finca y la ocupa el general Belliard para su Cuartel General. La restauración borbónica en 1814 y la vuelta de la duquesa a Madrid supuso un renacimiento del conjunto que continuó con su nieto y heredero Don Pedro Alcántara Téllez Girón, XI duque de Osuna. Éste muere joven y la propiedad pasa a su hermano Mariano que por su espíritu excéntrico y derrochador pierde su fortuna subastándose sus bienes. La finca es adquirida en 1900 por la familia Baüer.

 

En 1937, en plena Guerra Civil se convierte en Cuartel General del Ejército del Centro para la Defensa de Madrid y se construyen el Bunker y el Polvorín. Finalizada la guerra, los Baüer venden la propiedad en 1945 y el Jardín cae en el abandono hasta que el Ayuntamiento de Madrid la adquiere en 1974, comenzando su restauración y recuperación en 1986 con la creación de la Escuela Taller Alameda de Osuna.

 

Los Caprichos más destacados son el Abejero (símbolo de la laboriosidad), la Ermita (construida como escenografía teatral), el Casino de Baile (al que se accedía por medio de falúas), el Embarcadero o Casa de Cañas (de estilo chinesco), la Casa de la Vieja (en representación del mundo rural), el Fortín (con planta en forma de estrella), el Arroyo (que divide el jardín de norte a sur), y la Ría (que se inicia en El Casino, desemboca en un gran lago con una isla central y vuelve a convertirse en Ría para finalizar en El Fortín).

 

La vegetación se caracteriza por los bosquetes de lilos, árboles del amor, robles, pinos, cipreses, tejos, cedros, plátanos y castaños de indias. La fauna por los mirlos, herrerillos, petirrojos, ruiseñores, cisnes negros, ánades reales, ardillas rojas y musarañas.

 

Los jardines son fruto de una época en la que el culto por la naturaleza influyó en el terreno filosófico, con la Ilustración; en política a través del Despotismo Ilustrado; en las artes plásticas mediante el Neoclasicismo y en el apartado musical con las formaciones de Cámara. Moratín, Goya o Boccherini son algunos de los grandes artistas que pasearon por este idílico recinto.

Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid".

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

5 de diciembre de 2010

Teatro María Guerrero



En 1875, con la entrada en Madrid de Alfonso XII como rey, comenzó otra nueva etapa en la que se desarrollaron las artes. La cultura se vio favorecida por los adelantos tecnológicos como la luz eléctrica, el teléfono y los transportes públicos. Proliferaron los teatros y entre muchos otros, el Teatro de la Princesa, que financiado por el Marqués de Monasterio, fue construido entre 1884 y 1885 por el arquitecto Agustín Ortiz de Villajos e inaugurado con la compañía de Emilio Mario y la comedia “Muérete y verás”, de Bretón de los Herreros y contando con la presencia de la Reina María Cristina y de la destronada Isabel II.


El edificio se proyectó bajo una concepción ecléctica. Sobre una planta cuadrangular se levantó una fachada neo renacentista provista de pilastras de orden gigante, un porche adosado para el acceso de carruajes y el conjunto rematado con un frontón en el cuerpo central, mientras que la decoración interior se realizó con motivos mudéjares.


Camerinos, oficinas y otras dependencias, fueron originalmente instalados en otros lugares por falta de espacio. Por este motivo se decidió ampliar el teatro en 1918, encargando al arquitecto Pablo Aranda la construcción de una nueva planta, cambiando el aspecto original de la fachada. En otra reforma posterior se integró el porche en el vestíbulo y se alteró el diseño de la sala y finalmente en 2003 se añade la Sala de la Princesa, con capacidad para 120 espectadores.


Desde finales del XIX comenzó a prodigarse la actriz María Guerrero, bajo licencia de explotación del Teatro Español. Sus compromisos artísticos dificultan sus obligaciones con dicho teatro por lo que su marido y empresario, Fernando Díaz de Mendoza, decide adquirir el Teatro de la Princesa en 1908 y trasladar su residencia a los pisos altos del edificio hasta el fallecimiento de la actriz en 1928.


Tras su muerte el teatro es adquirido por el Estado para Conservatorio de Música y Declamación y en 1931 pasó a llamarse Teatro María Guerrero. La Guerra Civil provocó el cierre del local hasta 1940, en que reabrió sus puertas como Teatro Nacional y en 1978 pasó a ser sede del Centro Dramático Nacional. En 1996 es declarado Bien de Interés Cultural.

Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid".

Madrid hacia arriba© 2010 | Manuel Romo

19 de noviembre de 2010

Teatro Apolo



Madrid conoció en la segunda mitad del siglo XIX el mayor crecimiento teatral de su historia. Teatros como el Español, Novedades, Variedades y Circo Price compitieron con el Martín, Eslava, Lara, Apolo, Comedia o Príncipe Alfonso. A estos se unían el Bretón, Buenavista, Recreo, Cava Baja, Liceo Cervantes, Liceo Ríus, Platerías, Pintoresco, De la Risa, De la Sartén y otros de corta vida o de temporada, al ofrecer sólo representaciones en verano. Ante la oferta existente se acordaron cuatro representaciones: Antes de cenar, después de cenar, después de la tertulia y la cuarta para trasnochadores. Nacía el teatro de funciones por horas. ¡Un real costaba la entrada!.

En 1861 había en Madrid 575 sociedades casino, 145 de baile, 139 de música y 123 dramáticas, con nombres como Rigoletto, El Club de los Lindos, La Deliciosa o El Elegante. Los salones del Prado, Recoletos, Circo de Paúl o Alhambra se convertían en salones de baile y surgieron otros como el jardín del Circo Price, los jardines Tívoli, los jardines Paraíso, el Eliseo Madrileño y los Campos Elíseos. En casas particulares, sobre todo de la nobleza, se representaban obras, todavía en 1864 había 722 marqueses, 588 condes, 166 caballeros de Santiago, 82 duques, 74 vizcondes y 67 barones. 

En 1870 el primitivo convento de los carmelitas descalzos fue demolido para construir el Teatro Apolo, un templo de la música que si bien al principio se dedicaba a poner obras de Echegaray, pronto se convirtió en la sede del teatro lírico estrenando “La Verbena de la Paloma”, con el sobrenombre de “El boticario y las chulapas o Celos mal reprimidos”, “La Revoltosa”, “Agua, azucarillos y aguardiente” o “La Gran Vía”, esta última estrenada en el Teatro Felipe y luego cuatro temporadas en el Apolo.

Teatro Apolo4 1920

En los últimos diez años del siglo se produjeron 1500 títulos de autores como los hermanos Álvarez Quintero, Arniches, Benavente, Vital Aza o Fernández Shaw con música de Chueca, Chapí, Bretón, Torregrosa o Serrano. El Teatro Apolo, antes Teatro Moratín estuvo situado junto a la iglesia de San José, en la calle de Alcalá, y abrió su puertas entre 1873 y 1929. Tras su demolición se levantó en su lugar el edificio del Banco de Vizcaya.


Madrid hacia arriba© 2010 | Manuel Romo

23 de septiembre de 2010

Parque del Oeste

Está situado entre la carretera de La Coruña, la Ciudad Universitaria, Puente de los Franceses y el Barrio de Argüelles. Es el primer parque público creado como tal en la Villa de Madrid. Se comenzó su construcción en 1893, tras la expropiación del Real Sitio de la Florida por el Estado de la República y quedó inaugurado en 1905.
El autor del proyecto fue el Director de Jardines y Plantíos del Ayuntamiento de Madrid e ingeniero agrónomo, D. Celedonio Rodrigáñez y Vallejo, sucediéndole a su jubilación en 1910, su ayudante y también paisajista, Cecilio Rodríguez, Jardinero Mayor del Ayuntamiento de Madrid.

En 1906, siendo alcalde de Madrid, don Alberto Aguilera, se solicitó el trazado de un lugar para el paseo y descanso de los madrileños, en los terrenos que antiguamente ocupaba el principal vertedero de basuras de la ciudad, dando inició a una segunda fase, añadiendo 3 hectáreas y finalizándose ésta en 1914.
Es uno de los espacios verdes más importante de Madrid. Actualmente, tiene una superficie de 98,60 hectáreas, en su mayor parte ajardinadas, con gran variedad de coníferas, cedros del Líbano, chopos, tilos y hayas.
  
El parque cuenta con lugares tan singulares como la Escuela de Cerámica, fundada en 1911 por Francisco Alcántara. La Rosaleda, con 15.000 metros cuadrados.
El Templo de Debod, templo egipcio del siglo II a.C. regalo del Gobierno de Egipto por la colaboración española en la construcción de la presa de Assuán y emplazado en el mismo lugar donde se encontraba el Cuartel de la Montaña, famoso por los sucesos de 1936, cuando fue asaltado por los madrileños en busca de armas para defenderse del ejército sublevado.

El Parque de la Tinaja, de 2 hectáreas de extensión, con uno de los hornos de la antigua Fábrica de Cerámica de la Moncloa, fundada en 1816 por Fernando VII.
El Templete de la Música, de forma octogonal con estructura de hierro y hormigón, suelo de granito y cubierta de pizarra. La Casa de la Rosa, recinto anexo a la Escuela de Cerámica, etc.
El parque tiene carácter monumental y paisajista con un trazado de jardín inglés, con fuertes desniveles, caminos curvilíneos de inspiración naturalista, extensas praderas verdes, un arroyo con saltos de agua, monumentos, estatuas, esculturas y fuentes.

Madrid hacia arriba© 2010 | Manuel Romo

10 de septiembre de 2010

Oda al balcón


Voy a contaros la historia de unos balcones colgados,
de paseos por las calles, tirando fotos al alto.
Esto es "Madriz hacia arriba", poco miro yo hacia abajo,
por culpa de esta postura inmundicias he pisado.
  
He maldecido a los perros que Madrid han ensuciado,
pero más bien a los amos, que sí deben ser multados.
La educación de los dueños queda por muy deseado,
vaya por ellos un grito de ¡¡cochinos y marranos!!.
  
Prosigo con mis balcones allí arriba, allá en lo alto,
suspendidos, voladizos, empotrados y afianzados.
Mi cuello toma la forma de mirarlos desde abajo,
a ratos muy dolorido y otros más, ni me he enterado.
  
Miro hacia arriba en Madrid y otros sitios visitados,
queda perpleja mi vista, me estremezco y me anonado.
Mil, tres mil, diez mil balcones con mi Nikon he plasmado,
cientos de ellos los borro, otros cientos he guardado.
  
Guardo balcones chiquitos, señoriales y olvidados,
con historia, sin salida, hechos polvo y destrozados.
Hay balcones que no existen, hay balcones desbordados
de cactus, plantas y rosas que hasta la acera han llegado.
  
Hay balcones que relucen, parecen hasta incendiados,
con velas, neón, faroles, también los hay apagados.
Hay balcones con macetas que quedan asilvestrados,
y balcones de gran porte, con vistas y bien pintados.
   
Pero también hay sin lustre, sin cristales y sin amos,
balcones con mucha ropa, con cortinas o con trapos.
Muñecas, bicis, ositos, esculturas y colgajos,
con barandas de colores, florituras y forjados.
  
No me canso de mirarlos, pues los hay muy bien plantados,
rojos, violetas y verdes, blancos, azules, rosados.
Con mirador, con un toldo, a la sombra y arbolados,
objetos extraños lucen, cráneos, cazos, pies y manos.
  
Balcones que dan patadas, hacen surfing en secano,
con sombreros, molinillos, gente hablando y solitarios.
Hemos visto miradores, balcones dobles, canijos,
medievales y romanos, empedrados que dan frío.
  
Adjetivos de balcones quedan muchos en el saco,
pero la historia se acaba, al poco haberla empezado.
Espero os hayan gustado, al menos entretenido,
sed buenos, pasadlo bien y hasta la próxima, amigos.

Madrid hacia arriba© 2010 | Manuel Romo

31 de agosto de 2010

Sacramental de San Isidro



La proposición de incautar las Sacramentales y edificar un gran cementerio municipal se plantea de forma definitiva durante la revolución de 1868. Desde su exilio parisino Fernández de los Ríos idea la construcción de un inmenso “Campo de Reposo”, una necrópolis al estilo de los grandes cementerios norteamericanos e ingleses, al estilo de la que proyectaba Haussmann en París y que pensaba situarse al oeste de la Villa junto a la Casa de Campo en la zona de Rodajos, Húmera, Pozuelo y Somosaguas. Diversos problemas administrativos y de otra índole, hicieron que las miradas se dirigieran al Este.


Con un presupuesto de setenta y cinco mil pesetas para la compra de terrenos, cerramientos y gastos iniciales, en 1877 el Ayuntamiento convocó a concurso público a los arquitectos titulados por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando para la construcción de una gran necrópolis, en el término municipal de Vicálvaro. El programa especificaba los elementos de la necrópolis y los tipos de enterramiento: de pago, de caridad y de inocentes; sitios para mausoleos de célebres, enterramientos de no católicos, capilla, depósitos, sala de autopsias, oficinas y almacén.

_DSC2673_thumb[1]

Se presentaron seis proyectos a escala 1:200 en las salas llamadas de los “Medios puntos” prestadas por la Real Academia de Bellas Artes. El 13 de abril de 1878 se concedió el primer premio por unanimidad al proyecto de los arquitectos Fernando Arbós y Tremanti (1844- 1916) y José Urioste y Velada (1850- 1909) con el lema “Donde se sotierran los muertos e se tornan sus huesos en cenizas”. El proyecto original contaba con una capacidad de 62.291 sepulturas.


Respecto a la incineración que rezaba el lema, el tribunal puso sus objeciones y se mostró partidario de la “ inhumación bien ejecutada, pues es el procedimiento que mejor devuelve a la tierra y a la agricultura sus elementos; polvo dijo y no ceniza el Autor de todo lo criado”.

_DSC2693_thumb[1]
  
El Ayuntamiento debía adquirir en treinta días los terrenos precisos ”no menos de 400 fanegas, unas 257 Hectáreas y 60 Áreas” y en un plazo de 90 días cercarlos y construir una capilla. Ante esta pesadilla los arquitectos Arbós y Urioste dijeron: “Proyectar en Madrid es llorar”. Solamente llegaron a construir en 1884 un pequeño Cementerio de Epidemias, cuyo primer enterramiento fue el de Maravilla Leal González. En 1888 Arbós y Urioste cesaron como arquitectos de la necrópolis y murieron sin ver alzar del suelo los edificios concebidos en 1877.


Les sucedió el arquitecto municipal José López Sallaberry y comenzaron las tareas de desmonte y cimentación. En 1905 Eduardo Vicenti encargó al también arquitecto municipal Francisco García Nava la reforma del proyecto de Arbós y Urioste, aumentando a 81.638 sepulturas con una capacidad para 885.000 enterramientos. Alberto Aguilera gestionó la ejecución y el Conde de Peñalver vio comenzar las obras en diciembre de 1907, inaugurándose oficialmente la Necrópolis del Este en 1925.

(Todas las fotografías están tomadas en la Sacramental de San Isidro)
Fuentes: “Los Baños Árabes” de Lola Esteban Lario, y “La arquitectura de la necrópolis del Este” de Carlos Saguar.
Madrid hacia arriba© 2010 | Manuel Romo

21 de marzo de 2010

Iglesia Guillermina de la Paz


Wilhelminische Friedenskirche
Paseo de la Castellana, 6

Desde hace 100 años esta iglesia de arquitectura guillermina, su acogedor patio y la casa parroquial neorrománica, constituyen un verdadero oasis en el corazón de Madrid.
El edificio de la Iglesia Evangélica de Habla Alemana de Madrid, precioso y notable edificio de la arquitectura ecléctica madrileña de comienzos del siglo XX, fue inaugurado en enero de 1909.
Junto con las iglesias evangélicas de Roma y Jerusalén, esta iglesia se incluye en el grupo de las tres iglesias evangélicas alemanas en el extranjero cuya construcción fue apoyada activamente por el emperador Guillermo II (1888- 1918). 
La iglesia es, como ningún otro edificio, prueba del interés de la Casa Imperial por la política eclesiástica y la construcción de iglesias. Además, es una muestra de la concepción religiosa del monarca que le llevó a construir iglesias en varios lugares del extranjero.
La iglesia guarda cierta semejanza con la capilla de un castillo imperial medieval, con sus mosaicos y los más de sesenta capiteles y columnas neorrománicos.
En la construcción del conjunto se utilizó un material especial, la Piedra de Novelda.
Este monumento centenario, testigo de la historia, de la cultura y el entendimiento hispano- alemán, sufre un deterioro significativo en los relieves de la fachada, columnas y capiteles, así como en la casa parroquial, producidos por la contaminación ambiental.
El director del proyecto de restauración es Carlos Clemente, arquitecto conservador de la Universidad de Alcalá de Henares y premio “Europa Nostra” en tres ocasiones.
Él ha sido el encargado de resolver, como arquitecto, problemas de piedra similares en la fachada de la Universidad de Alcalá de Henares, en la Catedral de Palencia o en la Catedral de Burgos.

Madrid hacia arriba© 2010 | Manuel Romo

23 de abril de 2008

Real Casa de Correos



Real Casa de Correos
(Pza. Puerta del Sol, 7)

Entre 1756 y 1760 Ventura Rodríguez dirigió los primeros derribos de varias manzanas de la Puerta del Sol, con el fin de construir un edificio donde estuviera el servicio de correos. En 1768 Carlos III optó por encargar la construcción al francés Jaime Marquet, que vino a Madrid para encargarse del empedrado de las calles. El destino quiso que Marquet construyera la real casa y Ventura Rodríguez los empedrados, hecho que produjo el dicho popular de “al arquitecto la piedra, y la casa al empedrador”.El edificio es de planta rectangular, está organizado en torno a dos patios interiores y consta de cuatro fachadas, (al abrirse en su parte trasera la actual calle de San Ricardo), de estilo clásico francés, compuestas por un zócalo, piso bajo, entresuelo y piso principal, destacando los tres vanos, la balconada, el portal de acceso del cuerpo central y el frontón con esculturas de Antonio Primo.
En 1847, pasa a albergar la sede del Ministerio de la Gobernación. Después de la Guerra Civil se convirtió en la sede de la Dirección General de Seguridad. Con la democracia, la Comunidad Autónoma de Madrid adquirió el edificio y encargó al arquitecto Ramón Valls Navascués las obras de adaptación (1985-1986). Entre 1996 y 1998, el edificio ha sido restaurado para la sede de la Presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid.
Son famosos los dos relojes, el más antiguo está situado en la fachada principal y procede del antiguo hospital del Buen Suceso, que fue derribado con la reforma de la Puerta del Sol y, el segundo y más conocido, es el que realizó Losada en 1866 y que precisó de la construcción de una torrecilla para su funcionamiento.



6 de diciembre de 2006

Hospital de Jornaleros




Su nombre completo sería "Hospital de Jornaleros San Francisco de Paula", está situado entre las calles de Raimundo Fernández Villaverde, Alenza, Treviño y Maudes, que en el siglo XIX era una zona suburbial de creciente expansión demográfica. Fue construido (al estilo del ya edificado en Cibeles, Palacio de Telecomunicaciones) por el arquitecto Antonio Palacios en 1909 por encargo de Dª Dolores Romero, viuda de Curiel. Su finalidad era crear un hospital, con capacidad para 150 camas, atendiendo exclusivamente a obreros de la construcción, más tarde como Hospital Militar y en la actualidad como dependencias administrativas de la Comunidad de Madrid.





Su planta es de forma radial, a cuatro ejes, en torno a un patio central octogonal. Un eje ocupado por los dormitorios para los enfermos, otro para quirófanos unido al cuerpo central por una pasarela de estructura metálica y acristalada, un tercero para administración y el último para capilla y depósito. Un edificio totalmente aislado del resto servía para pabellón de infecciosos.


Funcionó como hospital hasta la década de los cincuenta, luego cayó en el abandono y consiguiente deterioro, hasta que en 1984 lo recuperó el Gobierno de la Comunidad de Madrid para dependencias administrativas. Así hoy, podemos volver a disfrutar de una maravillosa pieza de la arquitectura madrileña del siglo XX, arrinconada durante demasiado tiempo.