Algo debemos de estar haciendo de través en este bendito país para tener que estar sufriendo las iras de Pedro Botero, en forma de grados centígrados infernales. No sé si será esta canícula que ya parece estar finalizando, la edad que no perdona a las seseras, mi tan criticado e innato despiste o el ir mirando como un pánfilo siempre “parriba”, pero lo cierto, lo juro, es que no me había percatado de que Madrid se estaba llenando de pingüinos rey. Y una vez puestos mis ¿cinco? sentidos en alerta máxima, alguno de ellos me llevó a las reflexiónes: ¿tanto estará influyendo en el planeta el cambio climático?¿los pingüinos también hacen el agosto?¿será un tour del inserso antártico para visitar el Prado, el Retiro y demás maravillas capitalinas?
Ca, nada más lejos de la realidad. Yo, que a veces soy más avispado que la agencia Reuter, me he enterado que las susodichas aves ya llevan afincadas o anidadas o emplazadas, unos meses en los madriles. Y sé de buena tinta, creedme, que es por una buena causa. La culpable de la iniciativa ha sido Faunia, que para recaudar fondos que se donarán a distintas ONG’s, ha encargado a reconocidos artistas y diseñadores vestir de alegres colores a estos veinte turistas insólitos. He intentado aprovechar la coyuntura fauniana para estimular mi autosugestión y hacer más llevadero este agosto africano sin tener que recurrir al aire acondicionado pero, ná de ná. En fin, siempre me quedará la sierra.
Texto y fotos: Manuel Romo