Dicen que San Isidro no hay más que uno, como las madres, y que su feria es como el Mundial del toreo, pero con treinta y un partidos seguidos y todos en el mismo campo. Dicen que Las Ventas es el cielo para los toreros cuando se ven con las dos orejas en la mano y que su Puerta Grande es lo más envidiado. Dicen que es la plaza más difícil y más dura y en la que los trofeos son pocos, pero justos. Vamos a ver qué dicen esas “Historias de San Isidro”.
Dicen que aunque ya había en 1894 costumbre en Madrid de “dar toros” con motivo del día del patrón, no es hasta un día 15 de mayo, pero de 1947, cuando realmente se llevó a la práctica el proyecto largamente madurado por el entonces empresario de Las Ventas, D. Livino Stuyck. Ese 15 de mayo fue el día en que se celebró oficialmente la primera corrida madrileña de la feria de San Isidro. El cartel de inauguración lo componían Rafael Ortega “Gallito”, Manuel Álvarez “Andaluz” y Antonio Bienvenida con toros de Rogelio Miguel del Corral.
Un año más tarde, en 1948, en la segunda feria taurina en honor del santo patrón, Agustín Parra “Parrita”, tras cortar dos orejas, abrió la lista de diestros que han salido a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas.
En la feria de 1949 Luis Miguel Dominguín protagonizó uno de los hechos más comentados del toreo. Como el público de Madrid le recibiera en Las Ventas de forma un tanto fría, mediada una faena, se plantó chulescamente en el centro del ruedo y levantando el dedo índice de la mano derecha, se autoproclamó el número uno del toreo. Aquel gesto le valió insultos e improperios a lo largo de casi toda su carrera.
En los festejos de 1953, dicen las crónicas, que lo más destacado fueron los lances de capa y un terno del Jumillano que costó siete mil pesetas.
En 1954 confirmó alternativa Manuel Jiménez “Chicuelo II” devolviendo un toro tan manso, que salió a buscarle el mayoral de la ganadería y tras acariciarle y darle de comer se lo llevó hacia los corrales.
En mayo de 1957 el diestro de Santa Olalla, Gregorio Sánchez, cuajó tan buena faena que le fue concedida una oreja. El toledano no estuvo de acuerdo con el trofeo y dedicó groseros gestos a la presidencia. A la salida fue detenido y conducido a la Dirección General de Seguridad.
En la feria isidril de 1961, tomó la alternativa Santiago Martín “El Viti”. Tras esta aparición, toreó en esta plaza otras cincuenta y dos tardes, cortó cuarenta orejas y salió a hombros por la Puerta Grande en trece ocasiones.
En la de 1962, por primera vez en la historia de la feria de San Isidro figuraban en cartel los hermanos Curro, César y Efraín Girón, cortando una, tres y una orejas respectivamente, siendo los triunfadores de esa feria.
El 14 de mayo de 1964, en la explanada de Las Ventas, se descubría un monumento dedicado al científico escocés Alexander Fleming. Obra del escultor Luis Laiz con la que los toreros agradecen el descubrimiento que tantas vidas salvaría, la penicilina.
Es el año en que por primera vez el festejo es televisado en directo por Televisión Española. Debuta en Las Ventas un torero analfabeto y sin oficio, de vida azarosa, y difícil etapa novilleril, Manuel Benítez Pérez “El Cordobés”. El toro “Impulsivo”, durante la faena de muleta, le hiere de gravedad, siendo operado en la plaza. Hecho insólito, y máxime el Las Ventas, es que sin haber entrado a matar la presidencia le concediera una oreja, que le llevaron a la enfermería.
Uno de los mayores escándalos de la feria de San Isidro lo protagonizó en 1967 el diestro de Camas, Curro Romero, cuando se niega a matar al segundo toro de su lote, arguyendo que el toro estaba ya toreado. Bronca fenomenal, insultos y lanzamiento de todo tipo de objetos. Pasa la noche en la Dirección General de Seguridad y al día siguiente vuelve a torear en Las Ventas, cuajando una faena que le vale salir a hombros por la Puerta Grande.
En la feria de 1970 se habló mucho sobre la “espantá” que hizo Manuel Benítez “El Cordobés” tras cortar las cuatro orejas de los toros de su lote, saliendo urgentemente hacia el aeropuerto de Barajas a coger su avioneta, en compañía de una misteriosa rubia con la que estuvo tres días encerrado en su finca de Villalobillos.
Feria de polémica extra taurina fue la del 9 de mayo de 1971. Toreaba Juan Carlos Beca Belmonte un toro del hierro de Carreros y al crítico taurino del periódico Madrid no se le ocurrió otra cosa que escribir en su crónica: “Juan Carlos se quitó de encima al Carrero de un bajonazo y otras agresiones traidoras semejantes”. El Ministerio de Información y Turismo quiso ver intención política en los nombres de Juan Carlos, Príncipe de España, y Carrero, Vicepresidente del Gobierno. El cronista fue investigado y tras probar su pasado requeté, triunfador de la contienda del 36, hombre de bien y español intachable, todo quedó en una curiosa anécdota.
También en la feria de 1971, el 14 de mayo, se celebra la primera corrida de rejones. Actuaron los hermanos Ángel y Rafael Peralta, Álvaro Domecq y José Samuel Lupi, grupo al que se denominó como “Los cuatro jinetes del apoteosis”.
La feria programada para el 22 de mayo de 1972 fue una de las de más enjundia que ha tenido Las Ventas. Toros de Atanasio Fernández y los diestros Andrés Vázquez, Curro Rivera y Palomo Linares. Tras acabar Palomo con el quinto, con una faena de cuarenta y un muletazos, los siete primeros de rodillas, llegó el escándalo, al concederle el presidente de la corrida el rabo del toro “Cigarrón”. Hasta hoy, primer y último rabo concedido en la feria del patrón de Madrid. Hacía treinta y siete años, desde que Curro Caro lo logró en 1935, que no se concedía un rabo en Las Ventas. Los buenos aficionados del coso de Madrid consideraron esta concesión de tal sacrilegio, que costó al día siguiente la destitución del comisario que concedió el trofeo.
Pasamos a la feria de 1976, en la que se anunciaba el debut de un rejoneador de dieciséis años, contratado por 175.000 pesetas, Joao Moura. Realizó una faena tan impecable, que el público de Madrid quedó cautivado, lo sacó a hombros por la Puerta Grande y, además, le contrató para la Corrida de Beneficencia por un millón de pesetas.
Feria de San Isidro de 1982, televisada en directo y conocida como “la corrida del siglo”. Ganadería de Victorino Martín y matadores Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar. Se repartieron seis orejas y salieron a hombros. Vuelta al ruedo para Esplá tras banderillear al quinto. Antes de la estocada final, se quita el corbatín y lo anuda a un pitón del toro. El público gritará ¡Esto es la fiesta!
Festejo isidril de 1992, día aciago para el diestro Fernando Cepeda que en Madrid, Las Ventas y San Isidro vio, según los entendidos, lo peor que le puede pasar a un torero, que le devuelvan vivo un toro a los corrales. El primero de su lote le salió manso, se puso a la defensiva y fue imposible a la hora de matar. Cepeda administró al pobre animal un pinchazo, media trasera, una estocada baja, otra media, otros cuatro pinchazos y otra media estocada antes de escuchar el tercer aviso, que obliga a mandar al toro a los corrales.
Fue en la feria de 1998 donde Curro Vázquez, como padrino, y David Luguillano, como testigo, dieron la alternativa a Cristina Sánchez, y el astado “Gironero” el que la confirmó como matadora.
Era la primera mujer en recibir la alternativa en una plaza europea, la primera mujer en obtener la confirmación en Las Ventas y la quinta mujer en la historia en consagrarse como matadora de toros.
Fuentes: Foto b/n fondos fotográficos de la Fundación Diario Madrid
Exposición “Historias de San Isidro” del 13 al 23 de mayo
Sala de exposiciones de la Fundación Diario Madrid. Calle Larra, 14