Tras un largo peregrinaje de las hermanas salesas, ocupando primero unas casas en el lugar llamado Prado Viejo y más tarde un beaterio existente en la calle de San José, encontraron emplazamiento definitivo junto a la Puerta de Recoletos en un monasterio fundado, para darlas cobijo, en 1749 por la reina doña Bárbara de Braganza, y para la educación de las jóvenes de la nobleza y además, como residencia de retiro de la reina en caso de la muerte de su esposo el rey Fernando VI.
En la parte que da a la calle Bárbara de Braganza se puede leer esta inscripción: "Fernando VI y María Bárbara erigieron y dedicaron en el año 1757 este lugar sagrado a la memoria de la Visitación de la Bienaventurada María Isabel, para educar doncellas nobles en religión y tradición patria".
El monasterio fue encomendado a la orden de San Francisco de Sales (Salesas), bajo la advocación de Monasterio Real de la Visitación de Nuestra Señora. El complejo de estilo rococó, diseñado por el arquitecto galo François Carlier, (iglesia de El Pardo), alcanzó un coste según nos cuenta Fernández de los Ríos, de 80 millones de reales de la época, Mesonero Romanos habla incluso de 83 millones y según el arquitecto Ruiz de Salces, 50 millones de reales. El proyecto, finalmente, lo llevó a cabo el ayudante de Carlier, el aparejador Francisco Moradillo, atreviéndose incluso a modificar el proyecto original. El enorme complejo estaba formado por dependencias reales, templo, monasterio, otras múltiples dependencias, huertos y jardines.
La iglesia es de planta longitudinal y presenta una fachada monumental de influencias francesa e italiana con un gran orden de pilastras rematado por dos pequeñas torres y ático con frontón y, adornada con estatuas de San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca Fremiot, fundadores de la orden de la Visitación, realizadas por Alfonso Giraldo Vergaz. En su interior de estilo barroco se conservan los sepulcros de Fernando VI y de Bárbara de Braganza, encargados por Carlos III al arquitecto Fracesco Sabatini y al escultor Francisco Gutiérrez.
También se encuentra allí el monumento funerario a Leopoldo O’Donnell, un sepulcro con un busto yacente en mármol blanco, obra de Jerónimo Suñol. Al ser exclaustradas las monjas salesas, tras el reinado de Isabel II, durante el sexenio revolucionario, todo el complejo, excepto el templo, se dedicó a partir de 1870 a Palacio de Justicia. Desde 1891 la iglesia desempeña las funciones de parroquia.
En 1915, tras un gran incendio, se mandó reconstruirlo en el estilo original del siglo XVIII, ya que se habían salvado los muros de carga, las travesías y las fachadas. Tras un concurso público, fue adjudicada su reconstrucción al arquitecto Joaquín Rojí, que realizó dicha reconstrucción, no exenta de polémica, entre los años 1921 y 1926.
Al abrirse la calle de Bárbara de Braganza, en 1930, Miguel Durín realizó la escalinata que da acceso a la portada, rompiéndose la homogeneidad del conjunto, provocando cambios de niveles de las calles que afectaron al templo y su perspectiva y, haciendo una estilización histórica de la portada en la fachada del palacio que da a la plaza de la Villa de París, trazada sobre la antigua huerta del monasterio. Desde 1979 la parroquia de Santa Bárbara es Bien de Interés Cultural.
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Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid", de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid", “Guía de arquitectura 1700-1800”, Ramón Guerra de la Vega.