En estos últimos días del mes de octubre, con las navidades en ciernes al menos en algunos comercios, con el ambiente fresquito y el cielo despejado y por lo tanto con sol, Madrid se llena de una luminosidad que hace resaltar detalles que sin esa claridad quedan en la penumbra y pasan desapercibidos.
En las fachadas de muchos edificios decimonónicos, dependiendo de esa incidencia de luz, podemos apreciar en todo su esplendor infinitos remates de una decoración barroca, modernista o rococó con los que arquitectos de otras épocas decoraban sus proyectos.
Hoy en día se continúan diseñando edificios, naturalmente, pero con una concepción de puertas adentro, el entorno no preocupa, los edificios centenarios contiguos, si los hubiere, no son tenidos en cuenta, es más importante el lucimiento personal, la innovación, lo revolucionario.
Y así nos encontramos con múltiples y variadas aberraciones arquitectónicas entre dos edificios preciosistas, “pegotes” que cuadrarían bien en urbanizaciones de reciente construcción, en los P.A.U., en ensanches o en ciudades empresariales pero, ¡por favor!, no en el casco histórico de Madrid y aunque suene a trasnochado, “la tierra del requiebro y del chotís”.
Hubo arquitectos como Lloyd Wright, Alvar Aalto, Niemeyer, Neutra, etc., que observaban el entorno donde se les había encargado que construyesen y luego, se estrujaban las meninges, ponían a trabajar su imaginación y daban forma a sus sueños, en definitiva, se preocupaban de que su proyecto se beneficiara de lo que le circundaba y viceversa. En fin, que veo edificaciones en pleno centro “protegido”, que como en aquél famoso chiste de los gitanos y la Benemérita, me hacen exclamar, con perdón, “...no sé, pero me está entrando una mala leche”.
Hago responsables a las administraciones de turno, de que en zonas protegidas por normativa, y en la mayoría de los casos por intereses especulativos, dejen que la finca llegue al estado de ruina para así poder derribarla y se puedan edificar más metros cuadrados en más altura, y lo que es peor aún, sin estar aún declarada en estado de ruina.
¿Hay alguna forma de que los centros históricos de las ciudades resistan los afanes especulativos y las ínfulas modernizantes?. Yo creo que se puede hacer, evitando la degradación de la ciudad y la pérdida del legado antiguo, la especulación, el crecimiento inarmónico y desordenado, el desprecio por los valores regionales y fomentando el conocimiento de la historia del arte y de los valores urbanísticos.
Parafraseando a un innombrable austriaco, “Sólo se respeta lo que se ama y sólo se ama lo que se conoce”. Sin esta premisa educativa, cualquier plan destinado a conservar nuestros valores está condenado al fracaso. La conciliación del progreso con la memoria histórica sigue siendo el gran reto.
Si se admiten firmas, aquí tienes la mía, Manuel.
ResponderEliminarte ha salido bordado, tu artículo debería ser de lectura obligada :-)
sobre todo para los que tienen capacidad de decisión en estos asuntos.
¡gracias!
Gracias a tí Mercedes por estar de este lado, aunque por más firmas que reuniéramos si nos falta una, la del jerifalte que autoriza estas tropelías...
ResponderEliminarPero seguiremos levantando la voz, bueno la letra.
Un beso.
Pues tienes toda la razón... he estado toda la semana en MAdrid y así lo he sentido.
ResponderEliminarUn beso
Natalia, a mí me comen los demonios porque lo estoy "mamando" todos los días.
ResponderEliminarUn beso
Muy interesante articulo y debate.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que la arquitectura,sobre todo en el centro historico, debe servir para mejorar e integrarse en el casco.
Algunos arquitectos tienden a pensar que es el entorno historico el que se debe adaptar a su obra cuando deberia ser al reves.
la arquitectura debe ser un acto de reflexión con el lugar, el clima y la ciudad existente.
Hola Manuel! He llegado hasta tu blog, al leer algun comentario tuyo en otros blog, y he decidido incluirlo en la lista de "ver y leer".
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo con el tema de salvar el madrid historico, y es que te llevan los deminios, cada vez que lo piensas.
Hay que ver que fachadas tenemos en Madrid. Las hay preciosas, espantosas, antiguas, modernas, blancas, de colores, de granito, de cristal... que maravilla. Algún día tengo que hacer fotos sobre ellas, pero... HAY TANTAS...!!!
ResponderEliminarEstoy contigo, Romo. No se ha podido expresar mejor. Me quedo con esa frase final de "Sólo se respeta lo que se ama y sólo se ama lo que se conoce". El problema es ése; que en Madrid no amamos lo que tenemos, porque no lo conocemos.
ResponderEliminarFelicidades!!! Un abrazo, Jesús
"otramiradaINTOmadrid", algunos arquitectos reflexionan sobre esta cuestión aunque lo que prima es el gusto del cliente que es el que paga. ¿O será falta de imaginación para combinar creatividad e integración?
ResponderEliminarSalud!
Josamez, bienvenido al club del pataleo, pues por más que denunciemos y levantemos nuestras voces a través de los blogs nuestros deseos no serán órdenes.
ResponderEliminarAún no lo he hecho, pero pasaré por tu blog y juro que serás correspondido con un magnífico enlace. Espero seguir viéndote por estos lares.
Salud!
Bélok, date prisa que cada vez quedan menos, la piqueta es implacable. Tienes suerte con los templos que, desde Mendizabal y alguna guerra que otra, parece que se van librando.
Un abrazo.
Jesús, gracias por el apoyo, somos pocos pero cabezones como el maño que decía al tren: "chufla, chufla que como no te apartes tú".
ResponderEliminarRespecto a la frase de "sólo se respeta...", parece mentira que viniera de un personaje que llevó a millones de seres a la tumba.
Un abrazo.
Me encanta esa frase, y estoy totalmente de acuerdo en eso de que solo se ama lo que se conoce. Por eso tu labor por Madrid es grande, porque llegamos a conocer lugares que jamás habíamos visto (al menos, tan de cerca o tan hacia arriba).
ResponderEliminarUn abrazo!
Me encanta esa frase, y estoy totalmente de acuerdo en eso de que solo se ama lo que se conoce. Por eso tu labor por Madrid es grande, porque llegamos a conocer lugares que jamás habíamos visto (al menos, tan de cerca o tan hacia arriba).
ResponderEliminarUn abrazo!
Bea, la frase que me dedicas es el comentario más bonito que me han hecho. Sinceramente, me ha emocionado.
ResponderEliminarSimplemente un abrazo muy fuerte.
Manuel
Aplaudo los comentarios aquí plasmados, me sumo a ellos y comparto la esencia de este artículo.
ResponderEliminarEste año celebramos el centenario de la Gran Vía, pero cuánto se perdió para poder construirla... era necesario, podemos si acaso justificarlo. Lo que se hace hoy no tiene justificación ni otro sentido que el de lucrar y seguir alimentando la barriga de cuatro hijos de señoras dedicadas a la profesión más antigua... con perdón.
Saludos!
Muy fino Eduart, me ha gustado la forma de llamarles hijos de puta...con perdón. El tema tiene mala solución, pero seguiremos en las barricadas de la denuncia bloguera.
ResponderEliminarSalud!