¡Madrid es fantástico/a! Es curioso pero acabo de caer en la cuenta de que después de toda una vida anidando en esta querida-maldita ciudad y con tanto galimatías con la igualdad, todavía no tengo muy claro qué género y sexo aplicarle/o/a.
No quiero ser reiterativo con lo de, “que vamos a todas partes corriendo”, “que si parece que vamos con orejeras”, “que si el estrés de la sociedad de consumo”, “que si no llego”, “...es que me cierran”, “me echan si llego tarde”, etc. Pero bien es cierto que generalmente no paseamos si no que pasamos que, obviamente, por una simple vocal, no es lo mismo.
Lanzamos la vista hacia delante sin fijarnos en esa variedad de detalles que, al estar unos cuantos metros más arriba, pasan desapercibidos por insignificantes, o no les damos importancia por cotidianos, o simplemente no los vemos por estar un tanto escondidos.
Si fuera por vicios militares iría siempre con la vista al frente, si fuera por vicios religiosos iría con la cabeza humillada en señal de sumisión y respeto, pero como mi deformación es por vicios arquitectónicos adquiridos estoy acostumbrado a ir siempre con la cabeza bien alta, lo que me ha reportado decepciones, pero también multitud de satisfacciones visuales, a mí y a mi ojo derecho, que es con el que miro a través del visor de mi cámara.
Siempre hay un balcón, una inscripción, un adorno, un castillete, un color, una ausencia que nos causa sorpresa, desconcierto o indignación, en cualquier caso, bueno o malo, un gesto. Hoy me ha tocado clavar la visual en las chimeneas, ¡qué le voy a hacer!
Hay artistas y artesanos para todos los gustos y disciplinas que, desde tiempos inmemoriales, plasman sus obras en fachadas, tejados y azoteas y, ¡oh! avispados lectores, como bien habéis intuido hoy dedico este artículo a esos artistas-artesanos y viceversa que con su imaginación y creatividad aportan su granito de arena dando ese toque rústico que remata la silueta de Madrid y que, de forma tan decorativa, nos ayudan a expulsar de nuestros hogares, comercios y despachos, esos “malos humos” tan nocivos para nuestros castigados pulmones urbanitas.