En la margen derecha del río Manzanares, entre los puentes de Segovia y Toledo, en lo alto de un pequeño cerro, para custodiar el manantial cavado a comienzos del siglo XII en los campos de su señor Iván de Vargas, por un labrador mozárabe de Madrid, llamado Isidro (¿- 1170), levantó en 1528 la emperatriz Isabel, esposa de Carlos I, un sencillo oratorio a manera de una casa pequeña que pronto fue foco de peregrinaciones de cristianos, no exentas de peligros.
Se cuenta que la reina Isabel la Católica, a finales del siglo XV, acudió al lugar para comprobar en su persona las dotes milagroso-curativas de las aguas de la fuente de Isidro Labrador (pues no le canonizaron hasta 1622) y fue acometida por un oso al que la leyenda dice que ella misma dio muerte. La sencilla ermita que conocemos hoy, fue edificada en 1725 sobre las ruinas de la construcción primitiva y presenta una única nave con cúpula y linterna.
Ya durante el reinado de Carlos III se intentó que por razones de higiene y salubridad, puesto que anteriormente los enterramientos eran realizados en las iglesias de la ciudad, se empezaran a construir cementerios fuera del casco urbano. Pero no fue hasta el reinado de José Bonaparte cuando se construyeron los dos primeros camposantos; el Cementerio General del Norte en 1809 y el del Sur en 1810. Varias Archicofradías y Sacramentales de la ciudad empezaron a construir paulatinamente sus propios cementerios para enterrar en ellos a sus afiliados. El primero de estos camposantos fue el de la Sacramental de San Isidro, San Pedro y San Andrés, construido en 1811 sobre el llamado cerro de las Ánimas.
Siete patios conforman esta sacramental de San Isidro, los tres más antiguos, quizás son los más interesantes por su forma rectangular, de forma claustral, en la que se encuentran los nichos. En un principio (1811), sólo estaba constituido por un solo patio, el de San Pedro, diseñado por el arquitecto Rafael Isidoro de Hervías y en él se pueden encontrar las sepulturas de Isabel Tintero, (la que encontró el lienzo de la Virgen de la Paloma), la de Rafael Oseñalde, (cura párroco de San Andrés), la de Antonio Fraseri (médico de cámara de Fernando VII), la de Bernardo Conde (director de la Fábrica de Cerámica del Buen Retiro), la de Campomanes, y la de la familia Madrazo.
En la última etapa del reinado de Fernando VII (1829), se construyó el segundo patio, el de San Andrés, obra del arquitecto José Llorente. Descansan en este patio, entre otros, el general Diego de León y el conde de Toreno. En 1.848 se edificó el tercero y más amplio. El patio de San Isidro, obra de José Alejandro Álvarez y en él descansan personajes como Leandro Fernández de Moratín, Ramón de Mesonero Romanos, Antonio Maura, José Canalejas, Consuelo Bello (la Fornarina) y Manuel Montes de Oca.
En el año 1.855 comenzaron las obras de ampliación de este cementerio, construyéndose el patio de la Inmaculada Concepción, de estructura neorromana de columnatas, torreones y una galería circular de nichos y que encierra un espléndido conjunto de panteones con casi todos los estilos del siglo XIX. A este patio le sucede el de Santa María de la Cabeza, que se extiende a la derecha del primitivo de San Andrés y por último, el del Santísimo Sacramento y el de San Juan, quedando aparte y en un nivel más profundo los tres patios del primitivo camposanto de San Pedro y San Andrés.
Durante el siglo XIX se convirtió en el cementerio de calidad de Madrid, siendo el preferido por la aristocracia, los políticos, la alta burguesía y muchos artistas decimonónicos, lo que nos ha legado un conjunto de panteones de gran factura arquitectónica y artística dentro de los monumentos funerarios. Los arquitectos empleaban para este fin todos los recursos disponibles, adornando y enriqueciendo sus trabajos con elementos escultóricos y la presencia de diversos oficios artísticos como la cantería, la forja, las vidrieras y los esmaltes.
Estando considerado uno de los cementerios más interesantes de Europa, está catalogado como Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico.
Fotos: Manuel Romo
Fuentes: Congregación San Isidro, Madripedia, Archimadrid.
Madrid hacia arriba© 2009 | Manuel Romo
muy bueno el post. lo he visitado varias veces pero nunca entero.es una joya arquitectonica
ResponderEliminarRomo, voy a tener que visitarlo al final, por todo lo que leo y veo sobre él, sobre todo últimamente en la blogosfera.
ResponderEliminarPrecioso post, Romo.
ResponderEliminarMe resisto a visitar cementerios, pero desde luego creo que este merece la pena.
¡saludos!
Mgnífica descripción de un lugar pacífico y donde siempre reina el sol...eso me parece, aunque llueva, tengo la sensación que el blanco que predomina ilumina los alrededores.
ResponderEliminarEstupendo recorrido, algo gótico esta vez.
Dani. Visita sobre todo la parte antigua, se recreaban más los escultores decimonónicos.
ResponderEliminarMcarmen. No te arrepentirás y si es posible a primera hora en día laborable.
Mercedes. Vence tu reticencia, en realidad merece la pena.
Carmensabes. Ese silencio especial y esos rayos de luz entre musgo y cipreses...
Nos hemos lucido con sacremantales y ambos coincidimos con un gato atigrado en alguna de las fotos. Saludos.
ResponderEliminarStultifer. El camposanto lo propiciaron las fechas y el gato ibérico la ocasión.
ResponderEliminarSaludos.
Muchas gracias por la visita y por el post-it halagüeño sobre el frigorífico.
ResponderEliminarTu sitio ya veo que no para de mejorar. Lo recomendaré entre amiguetes casi arquitectos.
Gracias también por lo novedoso de tu gripe formato cariño gratuíto.
Un abrazo. Cuidate.
Este lugar una maravilla de la arquitectura.Estuve el pasado dos de noviembre y me encanto.
ResponderEliminarUn saludo,
Dalia
Hola: Buen artículo. me gusta este cementerio. A ver si escribes sobre el más desconocido de San Lorenzo, que es muy especial.Estupendas fotos, la del gato muy esclarecedora sobre la indiferente tranquilidad de la vida "sobre" la muerte.
ResponderEliminarUn besito.
Hace un tiempo estuve también por allí haciendo fotos y la verdad es que es un lugar fantastico para gozar con la cámara.
ResponderEliminarSobre todo la foto del gato me encantó.
Saludos
Nos vemos por Madrid
Desde que la Benemérita se fijó en su perfil, le veo poco creativo, D. Manuel.
ResponderEliminarBesotes desde la Alcarria.
Estan de moda las visitas turísticas a los cementerios. En Madrid, este sería el preferido. Exhibición obscena de riqueza, rimbombantes títulos que irónicamente ornan apenas un puñado de polvo y huesos. Interesante como lugar histórico. Una decepción cuando uno intenta localizar una sepultura. No se molesten: tienen que ir a la calle del Aguila, hacia la Puerta de Toledo.
ResponderEliminarSGR
Muy bien escrito el artículo...Y los gatos, geniales. Tiene este lugar, un cierto aire al cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, donde yo vivo y que también fue el preferido de la aristocracia...(Ahora, además de que aristocracia ya no queda, prefieren todos esos "Jardines de Paz" privados,sin arte ni nada).
ResponderEliminarA propósito...Ya sé que Goya está enterrado en San Antonio de la Florida y sin cabeza; pero su hijo Javier, su nuera y nieto figuran enterrados en la sacramental de San Isidro, en un panteón muy cercano a los de la família de Alba...¿Alguien le ha tomado una foto por casualidad a este enterratorio familiar?
Vanesa ( vmontacuto@yahoo.com.ar)
Qué buena la foto del gato. Yo no conozco este cementerio por dentro, tengo qu ir alguna vez por allí.
ResponderEliminar