El término se deriva de las palabras latinas: ex (fuera) y grapheim (dibujo). Para explicarlo sencillamente, el esgrafiado es una técnica decorativa mediante la cual un dibujo se hace patente por el método de extraer materia. El esgrafiado pertenece a una familia de revestimientos murales conocidos como revocos, que tienen en común el que todos ellos se confeccionan extendiendo sobre el muro o sobre una superficie preparatoria llamada enfoscado, una o varias capas de argamasa en la que suele mezclarse un conglomerante que puede ser cal, yeso, cemento o arcilla; un material de armar como arena o paja; agua, así como diversos pigmentos para obtener coloraciones diferentes.
Una de las manifestaciones más antiguas que se han encontrado corresponde a la antigüedad romana y se halló en Mérida, Badajoz. Desde este ejemplar romano, la falta de nuevos hallazgos obliga a dar un salto al mundo islámico, donde se vuelve a encontrar con profusión este tipo de técnica, en la que fueron unos maestros. Este tipo de diseño se consigue rascando sobre una capa o tendido más o menos liso, lo que conocemos como esgrafiado a un tendido, es decir, que una vez extendida la argamasa ésta recibe un alisado por medio de la llana, sobre ella se dibujan los motivos y se araña una parte de la superficie para dejarla con una textura rugosa.
También existe una segunda variante conocida como a dos tendidos, que se realiza superponiendo dos capas de mortero. Sobre la segunda y última capa aplicada se dibujan los diseños para después recortarlos con una cierta inclinación o bisel, utilizando un instrumento afilado, el resto del proceso consiste es esgrafiar o escarbar ciertas partes del dibujo hasta hacer aparecer el primer tendido quedando, por tanto, el diseño en relieve. El siglo XIX en su última década y el siglo XX, van a ser determinantes en la historia del esgrafiado.
Es una época en la que se generó un gran interés hacia los oficios tradicionales y que las nuevas formas ornamentales incidieran en la recuperación de esta técnica. Fue decisivo que los arquitectos simpatizantes del fenómeno modernista lo recuperaran para adornar sus edificios. Madrid utilizará el esgrafiado de forma muy discreta en la arquitectura de esta época, marcando ciertas directrices constructivas en las fachadas, como líneas de separación entre las distintas plantas, cornisa, dinteles de vanos, o también para remarcar el eje principal del edificio.
Fuente: Rafael Ruiz Alonso