Después de casi 200 años de
negociaciones, desde la muerte del secretario del embajador británico
en Madrid, Mr. Hole, en 1662 y ante la negativa de dar sepultura
litúrgica en un cementerio católico al cuerpo de una persona no
católica, el Ayuntamiento de Madrid concedió en 1850, un terreno de
menos de una hectárea en el barrio de Carabanchel para
enterramientos de este tipo de personas.
En 1853 se firman las escrituras y en
1854 por fin se funda el “British Cemetery”, entre las calles de
Inglaterra, Irlanda y Comandante Fontanes. El primer enterramiento se
realizó el 10 de febrero de ese mismo año inhumando el cuerpo de un
joven de 19 años llamado Arthur Thorold.
Un verdadero caballero británico, David
J. Buttler, historiador y guía actual del cementerio, nos desgrana
con auténtica maestría los secretos, anécdotas y curiosidades del
Camposanto. En el recorrido nos muestra la pirámide, obra del
arquitecto Fernando Arbós y Tremanti, para la familia austrohúngara
de los Bauer, la imponente lápida que acoge los cuerpos de tres
miembros de la familia Loewe, o la tumba de familia Lardy, fundadores
del salón del mismo nombre y referente del Madrid del siglo XIX.
Siguiendo el recorrido nos muestra la tumba de un embajador ruso,
otra de un combatiente de las Guerras Carlistas, la del domador
William y su mujer Matilde Parish, hija del fundador del circo Price.
También se encuentran enterrados en este
recoleto recinto el cuerpo de Margarita Kearney fundadora del salón
de té Embassy, la aristocrática baronesa Tatiana de Korf, la
historiadora norteamericana Alice Bache Gould y Quincy, descendiente
directa del presidente de EE.UU John Quincy Adams, el pintor
californiano Albert Sheldon, el fundador del Instituto británico de
Madrid, Walter Starky, el panteón de la familia Tersch y la lápida
del fotógrafo Charles Clifford, que junto a Jean Laurent nos dejó
constancia gráfica de cómo era el Madrid del siglo XIX.