A la muerte de Romano Marabini en 1896, le sucede su hijo mayor, Héctor Marabini, y su posición social se confirma cuando en 1900 ya figura entre los socios fundadores del Tiro Nacional junto a ministros y militares de alta graduación, y como empresario del teatro del Buen Retiro, sucediendo así en dicho cargo a su padre. El negocio continua desarrollándose con éxito y a comienzos de 1901 al establecimiento de la calle de la Montera se une otra sede en un piso entresuelo en la calle de Cedaceros, 1. En una nota publicitaria de la nueva sede:
“Se avisa que aunque es escasa y confortable la escalera, se dispone de ascensor”.
Al año siguiente se sustituye el nombre de la calle Cedaceros y pasa a ser calle de Don Nicolás María Rivero. Los diarios mencionan:
“El elegantísimo salón de la nueva sede ha sido construido por Cabrera y los techos decorados por Luis Bertodano, tanto el salón rojo como el Luis XVI tienen amplios balcones a la calle de Alcalá; los techos están pintados, además de Bertodano, por Avial, Benedito y Jiménez Martín y las joyas están expuestas en vitrinas. Se aclara que el salón Luis XVI tiene un tapizado de tonos claros y que dicha estancia se ha completado con un pequeño saloncito de estilo Luis XV, que es una especie de rotonda octogonal abierta en uno de los ángulos del otro salón, con decorados de tonos oscuros y luz que viene de lo alto a través de una tela difusora que cubre el techo. Cuatro caras del octógono están cubiertas por grandes lunas que cierran sendos armarios y en otras tres hay vitrinas con los objetos de joyería. La decoración de ambos salones la ha dirigido Segundo Santa Bárbara, constructor de muebles con sede en Lagasca, 30 y premiado con segundas medallas en exposiciones nacionales. Los talleres se hallan en la misma casa y en ellos trabajaban numerosos y hábiles artífices con los más modernos procedimientos”.
La visita de un cronista de un diario en 1901 a los talleres de Cedaceros, refiere objetos como una caja de oro estilo Luis XV con repujados y en la tapa la corona e iniciales, en brillantes y zafiros, del príncipe Carlos de Borbón; una corona para la duquesa de Aliaga y collares de perlas encargados por particulares “de enormes precios”.
En septiembre de 1901 se celebraron juegos florales en Alcañiz (Teruel), la crónica dice así:
“Al vencedor, Agustín Safón Durán, además de la flor natural que era el premio de honor, se le obsequió con una amapola de oro, que regaló don Augusto Comas y Blanco, diputado a Cortes por Alcañiz, realizando éste el dibujo para que Marabini fabricara la joya, que llegó a pesar tres onzas y que costó mil pesetas”.
Por las fiestas de San Isidro, del año de 1902, el Ayuntamiento adjudicó premios de iluminaciones y decorados a la casa Marabini por los balcones que daban a la calle de Alcalá. Al parecer sólo media docena de industriales como Marabini, Thomas y Lhardy habían demostrado relativo buen gusto.
En 1903 la casa Marabini aumenta el tamaño del anuncio en prensa, tanto en la sección de joyerías como en la de platerías y se suprime la mención de la sede de Montera. Desde 1908 además del taller de la calle de Nicolás María Rivero, figura otro en Alcalá, 48 y a partir de 1910 también el de la calle de Alcalá, 26.
La Asociación de la Prensa adquirió en 1903 en la joyería de Marabini los regalos que constituirían los premios del baile de máscaras del Teatro Real y que se expondrían en el escaparate del Heraldo (Alcalá, 12).
También se recurrió en 1904 a unas medallas de estilo modernista de la casa Marabini como recuerdo al baile y cotillón que organizó el Nuevo Club, “la sociedad de hombres más aristocrática de Madrid”.
A comienzos de 1906 Marabini realizó una custodia encargada por el marqués de Velada con joyas de su esposa fallecida. Se emplearon más de 2.000 perlas y piedras preciosas; la obra de estilo gótico simplifica la custodia realizada en 1895 y se entregó a la superiora del convento de las Siervas de María. Un semanario que se hace eco de la noticia, especifica que todos los obreros que habían trabajado en dicha custodia eran españoles.
En 1906, los alcaldes de España determinaron ofrecer a la futura reina Victoria Eugenia, con motivo de su matrimonio con Alfonso XIII, un álbum con cubierta de oro repujada y una alegoría en el centro con el escudo de España y debajo dos círculos rodeados de brillantes con los retratos en miniatura de los jóvenes monarcas. La dedicatoria diría:
“Los alcaldes presidentes de los Ayuntamientos de España”
Las hojas para las firmas serían de papel couché con alegorías de las regiones de España pintadas por los empleados municipales Balbuena y Manzano. El coste del álbum se calculó en 30.000 pesetas. El 25 de mayo la obra estaba concluida, pesó 10 kg y el grueso del lomo fue de 14 cm; iría dentro de una arquilla de plata y el coste ascendió a 40.000 pesetas. La caja se conserva en la Biblioteca Real de Madrid.
Otro regalo procedente de los talleres de Marabini se hizo a la futura reina. En el palacio de El Pardo le entregaron una pluma de oro con una hermosa perla para que firmara con ella los esponsales. La pluma llevaba la inscripción:
«A S.A.R. la princesa Victoria, 30 de mayo de 1906».
La casa Marabini continuando su actividad, en 1909 aceptó el encargo de el Arma de Caballería que regaló al coronel Cavalcanti por su heroico comportamiento en la carga de Taxdirt (Marruecos), un bastón de mando con empuñadura de oro, cifras de brillantes y una cruz de San Fernando esmaltada.
En 1912, en una tómbola monumental, con más de 10.000 premios, organizada por El Imparcial, entre los objetos que entregaban los distintos establecimientos, figuraban: una escribanía de plata, dos tablitas con imagen de plata, dos acericos y un trinchante también de plata de la casa F. Marabini de la calle Cedaceros, 1, de lo que debe deducirse que fuese Fernando, hijo mayor de Héctor, quien por estas fechas regentara el establecimiento, mientras que Guillermo Marabini, el hijo menor, comenzó a figurar al año siguiente, pues a él corresponde la inicial que aparece en los anuncios comerciales desde 1913.
Precisamente de 1913 data la última obra de importancia que al parecer salió de los talleres de Marabini y ésta fue la corona para la imagen de la Virgen de las Angustias, patrona de Granada. La pieza de oro macizo pesó 5 kg y fue tasada en 200.000 pesetas; solamente la hechura costó 25.000 pesetas. Tenía 2.713 perlas y 4.289 piedras preciosas, 1.155 brillantes, 2.419 diamantes rosas, 240 esmeraldas, 266 rubíes, 94 granates, 93 topacios, 12 amatistas, 9 zafiros y 1 jacinto. En el frente de la diadema iban dos escudos, uno con un corazón de rubíes atravesado por siete espadas de brillantes y otro con una granada con granitos de rubíes y hojas de esmeralda; a los lados otros dos escudos con corona de espinas y con el martillo y clavos. Sobre la diadema había palmas y hojas de cardo orladas de piedras preciosas y que se enlazaban con guirnaldas de perlas; apoyaban en las palmas doce cariátides y cerraba la corona un mundo de oro con faja de brillantes y remate de cruz latina con enorme brillante en el crucero. En el centro de la corona como cabeza del tornillo que la ajustaba a la imagen se colocó un topacio extraordinario.
En 1914 el único establecimiento que figura es el de la calle de Alcalá, pero en 1918, la casa Marabini debió de trasladarse a la carrera de San Jerónimo, 15, entresuelo; ésta es la dirección que aparece en 1919 en el último anuncio que se publica, suprimiendo la inicial de Guillermo y figurando sólo en la sección de joyería y no en la de platería. Las referencias a la casa Marabini en estos años son muestra de su decadencia.
A finales de 1918 Marabini se anuncia como tasador de joyas para testamentarías, reformador de alhajas y comprador de las de calidad extra, y ya a comienzos de 1919 indica que tiene a la venta joyas procedentes de una importante testamentaría.
En 1920, Guillermo Marabini se casa, dejando el negocio familiar y Fernando Marabini siguió una carrera jurídica, llegando a ser fiscal sustituto de la Audiencia de Madrid. Año y medio después, también se casa Fernando. Antonio Marabini, hijo de Roberto y primo de Guillermo y Fernando, se casó en octubre de 1921 en la iglesia de San José.
Siendo estos los últimos datos que se conocen de esta hoy olvidada estirpe de artífices que deleitó con magníficos y suntuosos trabajos a una gran parte de la alta sociedad y de la aristocracia, desde mediados del siglo XIX hasta las dos primeras décadas del siglo XX madrileño.
Fuentes: “Estudios de Platería”, Jesús Rivas Cardona. “El Siglo Futuro” (1906). “La Acción” (1920).