Paseo de La Florida nº 34
Es la decana de las sidrerías de Madrid y por tanto uno de los establecimientos más conocidos de la capital, ya que abrió sus puertas en 1888. La historia de este establecimiento sólo puede explicarse por la continuidad en dicha tradición de la cuarta generación de su fundador, Domingo García González. Domingo, “Mingo”, fue uno de los primeros asturianos que trabajaron en la construcción de la Estación del Norte o también llamada Estación del Príncipe Pío. Dado que ésta era un zona tan agradable, además de ser Real Sitio de la ribera del Manzanares, como prolongación del Campo del Moro, decidió adquirir, dentro de la infraestructura de la estación, un antiguo almacén en desuso, de materiales ferroviarios.
En esta edificación de gruesos muros, Mingo instaló su “llagar” o fábrica de sidra, para así poder recibir directa y rápidamente los productos naturales desde su tierra y poderlos elaborar, a partir de manzana asturiana de Villaviciosa, en sus propias instalaciones y según técnicas tradicionales. Entre otras especialidades, se pueden degustar, el queso de Cabrales, los choricitos a la sidra y su famoso pollo asado. La decoración conserva aún las características principales de sus primeros tiempos, con abundancia de maderas, botellas vistas y barricas, lo que ha motivado que haya sido escenario de películas costumbristas y rodajes de multitud de anuncios.
Hola Manuel, ¡qué rica la sidra!. Es muy bonita la historia de Casa Mingo y sus alrededores, tu texto y las dos fotos, la antigua y la moderna, evocan esa historia, y dan ganas de ir a tomarse una sidriña y recordar esa historia :-)
ResponderEliminarbesos
Hola Manuel:
ResponderEliminar¡Qué gusto da ver tus fotos, sin grandes cambios en la comparativa! Éste es otro tipo de patrimonio, el de los comercios tradicionales, que los madrileños debemos conservar. Muchas gracias!!!
Llegar, tener sitio, pedir sidra y queso cabrales. mezclar y formar una pasta cremosa y untar en el pan tostado. Un placer. Un excelente sitio en Madrid.
ResponderEliminarHola Mercedes, yo sigo haciendo incursiones a Casa Mingo, aunque ya no sirvan fabada(?), pero de su Cabrales no paso, y después paseíto por la rosaleda del Parque del Oeste
ResponderEliminar¡No puede ser, ya se me está haciendo la boca agua!
Un beso.
Muchas gracias Jesús,
Patrimonio importante, nada menos que 123 añitos a sus espaldas, pocos comercios pueden alardear de ello. La única forma de que perdure es no dejar de visitarlo...y comer.
Un abrazo.
Stultifer, ese toque de gourmet me hace babear como los perros de Paulov. Por cómo lo cuentas, se nota que tú también disfrutas de ese manjar y del sitio.
Que bueno está el pollo de Casa Mingo.
ResponderEliminarTodavía me acuerdo cuando vivía en el Paseo de la Florida e iba cada semana a por un pollo para comer en casa.
Y la sidra? buenísima.
Desde luego este es uno de los mejores restaurantes que ver en Madrid
Tienes toda la razón, Rubén, uno de los mejores y con más solera. La simpleza de un pollo asado y una sidriña tienen allí mejor sabor, no sé por qué.
ResponderEliminarTantos años haciendo lo mismo, les tiene que salir de lujo.
A mí me encanta Asturias, llevo años yendo; y Casa Mingo es mucho más típica que muchos de los nuevos restaurantes asturianos que hay allí.
ResponderEliminarVoy por allí de vez en cuando, y siempre recuerdo cuando íbamos allí a reponer fuerzas después de jugar al fútbol los domingos :)
Un saludo
Cierto Paco, tengo amigos por allí y es precioso. Ya quisieran muchas sidrerías de Asturies tener el aspecto y la solera de Casa Mingo.
ResponderEliminarAh! y no sé si seguirás jugando al fútbol, pero no dejes de ir a beber sidriña.
¡Salud!
Romo, bonito post. Como me gusta ese sitio, y que buenos momentos, de pollo, sidra y patatas fritas. No me habia parado a indagar en la historia de Casa Mingo, pero resulta interesante.
ResponderEliminarUn saludo.
Gracias José, se merecía al menos una pequeña reseña este tatarabuelo de las sidrerías de Madrid. Di con información de casualidad, "et voilà".
ResponderEliminar¡Salud!
Amigo ROMO, tu artículo ha despertado mis más sibaritas recuerdos juveniles, y hasta los olores y sabores de aquellos tiempos.
ResponderEliminarPor fortuna he conseguido que al menos uno de mis dos hijos continúe con aquella tradición familiar de disfrutar de un pollito en Casa Mingo.
¡¡Ahí te va un culín!!
Así me gusta, educando a las generaciones venideras para que se perpetúen las tradiciones. Si no fuera por esos hábitos, Casa Mingo habría desaparecido y tiene que durar otros 123 años más, por lo menos.
ResponderEliminarAcepto el culín, si la próxima ronda la pago yo.
Casa Mingo!
ResponderEliminarQué grandes recuerdos de mi visita a Madrid hace 10 años.
Fue la última vez que estuve.
pero este verano vuelvo y seguro que me pasaré por Casa Mingo. Que rico pollo!
Hola María,
ResponderEliminarPues este verano, si vuelves, tienes que repetir, no ha cambiado casi nada. El pollo sigue igual de rico, y su sidra, y su queso de Cabrales, y su choricito, y su..., en fin, todo.
Visita obligada.
Un beso.
Que sitio más entrañable, me encantaba cuando mi padre nos llevaba a tomar un chupito de sidra y un pollo excelente.
ResponderEliminarEspero que los más jovenzuelos sigan acudiendo y lo sigan disfrutando, pues en uno de los referentes de la ciudad.
Un beso a todos
Lola
Hola Lola,
EliminarYo creo, que todo madrileño que se precie tiene la "obligación" de hacerse una comida, merendola o cena, al menos una vez en su vida, en este rincón asturiano y además, centenario (antes de que lo coja una franquicia)