Es gritar a las cuatro de la mañana señalando las churrerías al aire libre de las afueras con los hornos encendidos, como si fuesen los de los asfaltadores nocturnos: “Vamos a comernos unos churros al infierno”.
Es presenciar cómo los churreros hacen los churros como si hiciesen monedas falsas, algo clandestino en la noche, pero legítimo en la mañana.
Es conservar mucho tiempo, sin que se caiga, la ceniza del cigarro que se está fumando, consiguiendo así la inmortalidad de lo efímero.
Es saber soportar cualquier hambre provisional y comer fachadas y balcones, como si una fábrica de galletas hubiese hecho las casas.
Es estar haciendo tiempo para una ascensión superior, pues se está matando el tiempo porque se tiene una cita en el cielo.
Es un conjunto de gente ingeniosa que hace el milagro de vivir con una moneda de oro que les dejó una abuela.
Es tener un gabán que abriga mucho y con el que se puede ir tranquilo hasta a los entierros con relente.
Es una hilera de turistas que entran en el Museo con una gran maleta llena de admiración en la mano.
Es quedarse alegre sin dinero y no saber cómo se pudo comprar lo que se tiene en casa.
Es esperar, como tortugas, debajo del armario casero a que llegue la primavera.
Es un sitio precioso para que puedan vivir felices las almas en pena perpetua.
Es que la pulmonía diga: Yo elijo los mejores... No voy a elegir los antipáticos.
Es gritar en medio de la noche: “Vamos a una churriguería cualquiera”.
Es oír gritar a una madre: “¡A ver si te pongo el culo como un tomate!”.
Es meterse las manos en los bolsillos mejor que nadie en el mundo.
Es tan novelesco, que su novela perfecta es la de lo insucedido.
Es oír, en la alta noche, el ladrido y el maullido de lo antiguo.
Es saber que el relente viene de la Plaza de Oriente.
Es el sitio en que hay más gorritos de los niños.
Es llamar a la luna “Pepa la frescachona”.
Es la improvisación y la tenacidad.
Es el sitio de la muerte sin miedo.
Es no tener nada y tenerlo todo.
Es un lugar de pocas palmeras.
Es no admitir lo gótico.
Fuente: “Nostalgias de Madrid”, Ramón Gómez de la Serna.
Bravo Manuel!!! Me ha encantado esta letanía, tan brillante en la escritura como en la fotografía.
ResponderEliminarMe gustan estas prosas de lo "insucedido", que recreas buscando la "inmortalidad de lo efímero", aunque, en este caso, el "maullido de lo antiguo" venga a restregarnos que aquí ni hay playa ni hay "gótico". Y sin apenas "palmeras", estoy dispuesto a poner "el culo como un tomate" a aquel que no se lea esta letanía, que, más que letanía, es todo un himno de Madrid, por lo menos del Madrid que se mira hacia arriba.
Felicidades, maestro. Un abrazo, Jesús
Ole, ole y ole, don Jesús.
Eliminar¡Qué bonito comentario! Lo has "bordao". Quedas contratado, ¡pero ya!, para confeccionar los textos de los próximos artículos de Madriz hacia arriba.
Se le haría la boca agua a D. Ramón si recibiera un billete -que se decía antes- como este, ¡imagínate a mí!
Estoy por repetir mañana el mismo artículo.
Gracias mil y un fuerte abrazo.
Hola Manuel. Esto es por la primavera? Como te has puesto de poetico.
ResponderEliminarLa propia palabra usada por Don Ramon: Nostalgia, da la impresión de que estas lejos de esta "villa y corte".
Bonito post. Enhorabuena.
Un abrazo
Hola José,
EliminarPues no te puedo decir si es la primavera o la prima Vera, pero lo cierto es que ese Madrid ya desaparecido me da morriña y si encima me lo adorna con su ingenio D.Ramón...
Gracias y un abrazo.
Hola Manuel,
ResponderEliminarMadrid produce estos genios/ingenios que marcan épocas. Me ha gustado mucho la vigencia del texto, las expresiones que alguna vez hemos oido, las imágenes y el espíritu que reflejan de Madrid, algo siempre difícil de calificar y cuantificar.
Sólo la última frase me parece superada pues lo gótico, en su ética y en su estética, parece que renace de vez en cuando.
Precioso post, enhorabuena.
Un abrazo
Hola Antonio,
EliminarMenudo personaje D.Ramón ¿verdad?, sin ese ingenio y esa creatividad no hubiera podido ser tan excéntrico. Describió ese Madrid poco convencional como nadie, con sus estrambóticos juegos de palabras.
Otro españolito más del que, algunos, no soportaron su talento ni sus greguerías.
Gracias y un abrazo.
Hola otra vez,
Eliminar¿Sabías que, inesperadamente, recibió la herencia de una tía, se compró un palacete en Estoril (frente al Casino) con un gran ventanal frente al mar, desde donde escribía sobre una mesa de varios metros de larga llena de artilugios y que cuando se le acabó el dinero, lo vendió y se volvió a Madrid? Muy propio de él ¿No?
Abrazos.
Hola Antonio,
EliminarPues he leído bastante de Ramón, incluida su biografía, pero no recuerdo ese dato concreto, muy acorde con su excentricidad.
Hace años tuvimos que montar en el MNCARS una reproducción de su despacho y nos volvimos locos para colocar tanto cachivache. Irrepetible personaje.
Gracias y un abrazo.
Cool!
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