Allá por el año 1981 el trágicamente desaparecido cantautor madrileño Hilario Camacho sacaba al mercado discográfico un tema, que en su primera estrofa decía:
“Madrid amanece con ruido, con humo y oscuros borrones flotando entre nubes”.
Indudable y desgraciadamente ésta suele ser la tónica general, salvo en contadas ocasiones, de un despertar cualquiera en nuestro querido Madrid. Pero yo he tenido la gran suerte de conseguir cazar al vuelo, porque haberlos haylos, unos cuantos días de esas honrosas ocasiones.
Y la verdad es que si entre Madrid y el cielo no existiera esa ya habitual boina gris oscura que asfixia nuestros pulmones y nubla nuestra vista, nos dejaría ver una fantástica ciudad con multitud de tejados rojos, la mayoría centenarios, con ese peculiar estilo milenario y tan nuestro, como lo es el de cualquier pueblo manchego.
La mayoría de los mortales, al no estar acostumbrados a observar Madrid desde tales alturas, al menos yo, miramos maravillados desde esta perspectiva y, aún suponiendo que nos conocemos nuestra ciudad al dedillo, nos damos cuenta de que nos desorientamos, pues perdemos las referencias y por tanto calculamos mal las distancias y nos sorprendemos de lo cerca, de lo lejos, de las dimensiones o de la orientación en la que están ciertos edificios bien reconocibles.
Es tal el “caos organizado” que se divisa desde aquí arriba, que tengo que tomar como referencia la cúpula de un más que reconocible edificio emblemático, pongamos por ejemplo la de San Antonio de los Alemanes, para darme cuenta de que me cuesta un buen rato de observación hasta que puedo ir reconociendo zonas un poco más definidas.
Deduzco que la calle que vislumbro a la izquierda de la iglesia tiene que ser la calle del Pez, que puesto que veo otra cúpula un poco más cerca de mí, tendría que ser la de la iglesia de San Martín y que otra cúpula que se divisa hacia el norte de la Hermandad del Refugio tiene que ser la de la iglesia de Montserrat, puesto que veo hacia el Oeste las imponentes moles de la Torre de Madrid y el edificio España y hacia el Este la parroquia de San Ildefonso y más hacia el Este aún los imponentes picachos de las Salesas Reales.
Y así, poquito a poco, disfrutando y divirtiéndome, voy componiendo mi particular planimetría de Madrid. Ahora admiro mucho más si cabe los planos del señor Texeira y pienso en las dificultades con las que se tuvo que topar este buen hombre para poder visualizar desde pie de calle el conglomerado de casas y calles de la época y cuánto más fidedignos hubieran sido sus cálculos de haber dispuesto de alguno de estos privilegiados observatorios.
Hola Manuel:
ResponderEliminarNo sabía que, además de sabueso terrestre, tuvieras cualidades voladoras. Me encantan tus fotografías, tan bien enmarcadas con esa prosa privilegiada. Siempre mirando hacia arriba y resulta que, hacia abajo, desde una altura conveniente, se extiende una ciudad casi desconocida.
Felicidades, Jesús
Hola Jesús,
ResponderEliminarComo decía aquél, la vida es una caja de sorpresas. Me gusta tanto Madrid que cuando quiero verla bien, ¡levito!.
De vez en cuando un cambio de ángulo no le viene mal a mis ya deformadas cervicales y cierto es también que la visión desde estas atalayas es prodigiosa.
Gracias y un abrazo.
Manuel, tus posts siempre me gustan, pero estos que haces de vez en cuando, tan personales, me encantan. Yo también siento esa magia que tienen los tejados, quizá porque, como bien dices, no estamos acostumbrados.
ResponderEliminarMuy bonito, y las fotos preciosas.
un beso
Hola Mercedes,
ResponderEliminarEs que esos tejados rojos, esa ropa tendida en azoteas, esos reducidos vergeles y toda esa panorámica de un solo vistazo, a mí por lo menos, me relaja, me da paz.
Me encanta que te encante.
Gracias a ti.
Un beso.
Hola Manuel. A'nde t'as subio? Me encanta, como no es habitual tener estas pespectivas, resultan espectaculares.
ResponderEliminarClaro, si somos gatos, no? y nos gustan los tejados.
Gracias por el post.
Un abrazo.
José Casado
Hola José Anónimo, jeje,
ResponderEliminarYo dándomelas de madrileño de pro y no había caido en la relación gato-tejado, ya me vale.
Los "altillos" son de hoteles, visitas guiadas, amigos privilegiados y algunas fotos "robadas" en sitios oficiales.
Hay más pero ya iré sacando.
Un abrazo.
Como me gusta Madrid desde las alturas, buscar las cúpulas y situarme descubriendo los sitios estratégicos. Me pasa como a tí, me encanta levitar en esta ciudad, y es que ya se sabe... De Madrid al Cielo... y en el camino, haz un alto para verlo.
ResponderEliminarMadrid es alucinante desde esta perspectiva y desde donde la mires y a vista de pájaro tiene el plus del dominio. Paradójicamente, a más distancia parece estar más a mano. No me canso de sacar fotos desde estos "altos vuelos" y no me canso de buscar detalles que desde abajo serían imposibles.
ResponderEliminarNo sé si soy yo el único que piensa que los tejados de Madrid son, la mayoría, espantosos jeje
ResponderEliminarBuenas fotos, saludos
No me digas eso Matritensis.
ResponderEliminarHay verdaderas atrocidades en los tejados madrileños, pero en general, esa vista de tejados rojos es preciosa. En fin, para gustos...
Un abrazo.