18 de agosto de 2011

Puerta de Toledo (comparativa)


Litografía de J. Cebrián s.XIX

La Puerta de Toledo preside la glorieta del mismo nombre, en la que confluyen la Ronda de Segovia, el Paseo de los Pontones, la calle de Toledo, la Ronda de Toledo y la Gran Vía de San Francisco.
Ya en la primitiva cerca de la ciudad construida en el siglo XV existió una puerta, de la que no quedan referencias, llamada de Toledo, de donde partía el camino que iba a la ciudad homónima.
En 1625, al construirse la cerca que ordenó Felipe IV, se levantó una segunda puerta, situada algo más cerca del centro de la ciudad que la actual, en la calle de Toledo.
Los primeros proyectos de construcción de la puerta actual se remontan a 1812, en la época de ocupación napoleónica, durante el reinado de José Bonaparte, cuando se ordenó su diseño para adecentar la entrada a Madrid por el antiguo camino real de Andalucía.



Este primer proyecto no llegaría a ejecutarse puesto que, tras la expulsión de José Bonaparte en 1813, las autoridades municipales encargaron un nuevo diseño al arquitecto neoclásico, discípulo de Villanueva, Antonio López Aguado(1764- 1831), que proyectó la puerta a modo de un arco triunfal dedicado al recién restaurado rey, Fernando VII.
Con una altura de 19 metros y una clara reminiscencia romana, está conformada con bloques de granito y compuesta por un gran arco central de medio punto y dos puertas dinteladas.



La decoración consiste en medias columnas estriadas de orden jónico a los lados del arco central y pilastras del mismo estilo enmarcando las puertas laterales.
Se encuentra coronada por un grupo escultórico en piedra diseñado por el escultor valenciano José Ginés(1768- 1823) y esculpido por Ramón Barba ( 1767- 1831) y el toledano Valeriano Salvatierra (1788- 1836) y compuesto por una alegoría de España, representada por dos niños, portando el escudo de armas de Madrid, una personificación de las Artes, una matrona simbolizando las provincias y el león como símbolo del poder monárquico. 



Sobre ambas puertas laterales completan la composición diversos trofeos militares.
Fue la última puerta monumental erigida en el antiguo recinto de Madrid. Se construyó entre los años 1817 y 1827 y fue restaurada por el Ayuntamiento de Madrid en 1995.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

9 de agosto de 2011

Chimeneas de Madrid


¡Madrid es fantástico/a! Es curioso pero acabo de caer en la cuenta de que después de toda una vida anidando en esta querida-maldita ciudad y con tanto galimatías con la igualdad, todavía no tengo muy claro qué género y sexo aplicarle/o/a.
No quiero ser reiterativo con lo de, “que vamos a todas partes corriendo”, “que si parece que vamos con orejeras”, “que si el estrés de la sociedad de consumo”, “que si no llego”, “...es que me cierran”, “me echan si llego tarde”, etc. Pero bien es cierto que generalmente no paseamos si no que pasamos que, obviamente, por una simple vocal, no es lo mismo.

Lanzamos la vista hacia delante sin fijarnos en esa variedad de detalles que, al estar unos cuantos metros más arriba, pasan desapercibidos por insignificantes, o no les damos importancia por cotidianos, o simplemente no los vemos por estar un tanto escondidos.
Si fuera por vicios militares iría siempre con la vista al frente, si fuera por vicios religiosos iría con la cabeza humillada en señal de sumisión y respeto, pero como mi deformación es por vicios arquitectónicos adquiridos estoy acostumbrado a ir siempre con la cabeza bien alta, lo que me ha reportado decepciones, pero también multitud de satisfacciones visuales, a mí y a mi ojo derecho, que es con el que miro a través del visor de mi cámara.
Siempre hay un balcón, una inscripción, un adorno, un castillete, un color, una ausencia que nos causa sorpresa, desconcierto o indignación, en cualquier caso, bueno o malo, un gesto. Hoy me ha tocado clavar la visual en las chimeneas, ¡qué le voy a hacer!

Hay artistas y artesanos para todos los gustos y disciplinas que, desde tiempos inmemoriales, plasman sus obras en fachadas, tejados y azoteas y, ¡oh! avispados lectores, como bien habéis intuido hoy dedico este artículo a esos artistas-artesanos y viceversa que con su imaginación y creatividad aportan su granito de arena dando ese toque rústico que remata la silueta de Madrid  y que, de forma tan decorativa, nos ayudan a expulsar de nuestros hogares, comercios y despachos, esos “malos humos” tan nocivos para nuestros castigados pulmones urbanitas.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

20 de julio de 2011

Cornelis Zitman en Madrid


Aunque en un principio este artículo parezca no encajar con la temática pretendida de este blog, nada más lejos de la realidad, pues, a mi entender, es una forma de Art-quitectura, al fin y al cabo.
Hace unos días, con motivo de la reapertura, no exenta de polémica, del C. C. Conde Duque, visité por casualidad una exposición de escultura de un artista holandés, para mí totalmente desconocido y que por la originalidad de su obra, que me sorprendió y entusiasmó, he creído conveniente incluir aquí mi particular homenaje.

 Cornelis Zitman nace en el año de 1926, en el seno de una familia de constructores de Leiden, Holanda. Con 15 años ingresa en la Academia de Bellas Artes de la Haya. En 1947, en plena Segunda Guerra Mundial, emigra en un petrolero sueco a América del Sur, a la ciudad de Coro, Venezuela. En 1949 se traslada a Caracas donde comienza a pintar y esculpir inspirándose en los cuerpos de la población nativa, recibiendo en 1951 el Premio Nacional de Escultura.
En 1961 expone en Boston, Estados Unidos, y en 1964 vuelve por espacio de tres años a Holanda para aprender técnicas de fundición con el también escultor Pieter Starreveld. Tras este aprendizaje, vuelve a Venezuela para establecerse definitivamente en un trapiche, viejo molino de caña de azúcar, situado en una de las colinas que rodean la ciudad de Caracas, donde consolida su carácter de escultor, convirtiendo sus obras en representaciones de una nueva raza, la que se ha dado en llamar, la raza zitmaniana.

En 1971 expone en la galería Dina Vierny de París y, a partir de entonces, se dedica exclusivamente a la escultura. Expone individualmente en Venezuela, Suiza, Estados Unidos, Francia, Holanda y Japón, obteniendo varios premios nacionales e internacionales.
Sus esculturas, la mayoría en bronce, representan lo visible y lo tangible, destacando y exagerando a modo de caricatura la morfología de los indígenas de aquellas tierras venezolanas. Caben destacar especialmente las figuras femeninas, por sus tremendos y rotundos volúmenes, sin desmerecer las esculturas tribales, las de niños y ciclistas.

La exposición “Cornelis Zitman en Madrid”, que se expone en el Centro Cultural Conde Duque desde el 10 de junio hasta el 16 de octubre, da acogida a 103 esculturas, 25 dibujos y un óleo fechado en 1946, su obra más antigua, y en la que los críticos han querido ver una premonición de lo que posteriormente sería su mundo creativo. La exposición se compone de obras procedentes del Museo Beelden Aan Zee de Scheveningen, Holanda, del Museo Maillon, de París, de diversas colecciones de particulares y de la colección del propio artista.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

11 de julio de 2011

Instituto de Física Terapéutica del Dr. Decref


Calle de Fernando VI, 6.
“El Dr. Decref ha puesto a disposición del público el magnífico Instituto de Hidroterapia y Mecanoterapia, que posee en esta corte, y en el que prestará sus auxilios benéficos á cuantos enfermos lo necesiten. Cuenta además éste con el personal necesario de camilleros y enfermeros, y está á cargo de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl.

El maznado, amasamiento ó massage, esto último en francés, lo segundo traducido, y lo primero en castellano, tiene ya en Madrid la sanción del público doliente. Cuando el Dr. Decref inauguró en la calle Mayor su establecimiento de mecanoterapia é hidroterapia le profetizamos un buen éxito, y éste es ya tan positivo, que ha podido construir de nueva planta D. Joaquín Decref y Ruiz un edificio en la calle del Barquillo, 47, esquina á la de Pelayo, con todos los aparatos necesarios para el amasamiento, gimnasia médica para toda clase de enfermedades susceptibles de corregirse mecánicamente: duchas, baños-estufas de todas clases, y baños rusos y turco-romanos.

La parte estética del establecimiento, que le quita toda apariencia de casa de curación, convirtiéndole en lugar de agradable esparcimiento; los lujosos y cómodos tocadores y gabinetes; las estufas de desinfección, y la riqueza de los aparatos de gimnasia mecánica, donde se alivian ó curan, cuando pueden serlo, las parálisis ó desviaciones de algunos órganos; la balanza para apreciar por gramos el peso de los enfermos, y la talla del cuerpo ó del miembro que se trata de normalizar; los aparatos más modernos para poner en ejercicio los órganos que se someten al tratamiento mecánico, algunos de los cuales son ingeniosas invenciones del doctor Decref.

Todo constituye un establecimiento sin precedentes en esta corte, que merece ser visitado por los médicos y utilizado por los dolientes, y un elemento de terapéutica racional, único acaso para ciertas afecciones, defectos de conformación, lesiones, ó reliquias de algunas enfermedades. A la inauguración del establecimiento concurrieren autoridades médicas, que no sólo aprobaron, sino admiraron aquella útil y elegante instalación; periodistas y hombres sanos, que certificaban con su salud, recobrada en aquellos aparatos, las bondades de la gimnasia, del amasamiento y de la hidroterapia.”

Fuente: “La Ilustración Española y Americana, junio 1893”.
M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

1 de junio de 2011

Plaza Mayor (parte II)


La Plaza Mayor de Madrid, albergaría todos los actos importantes de la vida de un Estado: mercados populares, fiestas solemnes, torneos reales, procesiones, corridas de toros, ejecuciones, recibimientos oficiales y autos de fe de herejes condenados por el Santo Oficio.
Sus excesivas dimensiones le confieren un carácter austero, desnudo, sin ambiente, sin intimidad. Un rectángulo arquitectónico que sigue recordándonos el rigor de la Contrarreforma. Es uno de los proyectos de mayor envergadura realizados en consonancia con los principios del Renacimiento y el Barroco italianos.

Gómez de Mora, al crear la obra de su vida, tomó en consideración las tradiciones arquitectónicas de Castilla, así como las fachadas y los perfiles de los tejados característicos de la arquitectura borgoña de los Países Bajos. Es un ejemplo del eclecticismo tal y como se manifestó en el siglo XVII.
Gómez de Mora entregó a Madrid una plaza de ciento veinte metros de largo por cien metros de ancho, bordeada por una sobria hilera de viviendas adosadas de cinco plantas, con 477 ventanas y balcones, capaz de alojar a 3.700 personas. En el centro del costado sur se ubicaba la Carnicería, mientras el lado norte albergaba el edificio más importante, la Casa de la Panadería, denominada así, pues en sus bajos tenía lugar la justa distribución del pan.

Las cuatro plantas superiores de esta parte de la plaza, estaban reservadas para la casa real. Las dos pequeñas torres herrerianas, ilustran aún hoy en día este carácter real del edificio. Preside el centro de la plaza una estatua de Felipe III a lomos de un caballo al paso, realizada en bronce en 1616 por Pietro de Tacca y Giambologna (conocido por Juan de Bolonia, o también por Jean Boulogne), escultor flamenco procedente de Kortrijk.
En la Casa de la Panadería se ha dejado de hornear el pan, en los balcones de las plantas superiores ya no se urden conspiraciones, las fanfarronadas sobre las victorias militares se han apagado. El sonido estridente del hacha cortando la cabeza, el piafar de los caballos, los bufidos de los toros, el chisporroteo de la leña y las lamentaciones de los herejes, todo ello pertenece al pasado. En su lugar se escucha el murmullo de los coleccionistas de sellos y monedas los domingos por la mañana.

Sólo hay mercado en los días de invierno anteriores a la Navidad. En verano los turistas invaden las terrazas obligados a someterse a la melodiosa música del violín, la tortura de los guitarristas aficionados y la tiranía de la cuenta prohibitiva. Pero esto también es la Plaza Mayor.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo