22 de diciembre de 2012

Navidad 2012



...y lo bueno que un día hicimos juntos, queridos compañeros, quedará.


M@driz hacia arriba©2006 | Manuel Romo

18 de diciembre de 2012

Ortografía municipal


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¿Sale mucho más caro poner los tildes en las placas de las calles de Madrid?

 

Señores munícipes, la llamada acentuación gráfica de las letras mayúsculas no es opcional, sino obligatoria, y afecta a cualquier tipo de texto. Y que yo sepa, la Real Academia Española de la Lengua nunca ha establecido una norma en sentido contrario. 


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Según esta sabia institución: Las letras mayúsculas, tanto si se trata de iniciales como si se integran en una palabra escrita enteramente en mayúsculas, deben llevar tilde si así les corresponde según las reglas de acentuación gráfica del español. No se acentúan, sin embargo, las mayúsculas que forman parte de las siglas. 

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¡Limpiemos, fijemos y demos esplendor!


M@driz hacia arriba©2006 | Manuel Romo

12 de diciembre de 2012

Palacio de Abrantes



Es bastante frecuente que cuando la fachada de un edificio presenta esgrafiados, muchos piensen que se trata de pinturas y este puede ser el caso del Palacio del Duque de Abrantes, edificio palaciego del siglo XVII que se encuentra en el número 86 de la calle Mayor. La construcción partió de un encargo que hizo en 1652 don Juan de Valencia el Infante, que compró cinco casas contiguas para que el arquitecto Juan Maza las derribara y levantara en el solar resultante un palacio lo más cercano a la Corte. 

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Mucho ha cambiado desde entonces su fisonomía original pues, además de las sucesivas reformas de los interiores, constaba de diferentes embocaduras en los balcones, aleros con menos voladizo, otra entrada principal y las esquinas a la calle de la Almudena y a la del Factor, estaban coronadas de flamantes torreones con chapitel. Tuvo que ser un edificio un tanto incómodo de habitar, pues desde 1656, el año de su terminación, fue pasando por innumerables manos, principalmente de la nobleza, hasta que finalmente, a mediados del siglo XIX, lo compraran los duques de Abrantes, que encargaron en 1845 una importante remodelación al arquitecto Aníbal Álvarez Bouquel (1806-1870). 


Entre sus más destacados propietarios figuran el caballero de la Orden de Alcántara, don Antonio de Valdés y Ossorio; el marqués de Alcañices, don Juan Enríquez de Borja y Almansa; las linajudas familias de los Cuevas y de los Pacheco; el senador don Manuel María de Santa Ana; el alcalde de Madrid don Ángel de Carvajal y Fernández de Córdoba, marqués de Sardoal. Incluso durante una época fue dividido en instancias a modo de pisos de alquiler. Allí se alojaron la sede del periódico La Correspondencia de España con su entonces propietario Ignacio Escobar, la Embajada Italiana con el conde Giuseppe Tornielli-Brusati y más tarde su sucesor el barón Renzis di Montano, a los que se debe la última reforma del palacio encargándosela al arquitecto Luis Sanz y Trompeta, que se valió de artistas italianos, concretamente milaneses, para embellecer las fachadas con la decoración de su último piso a modo de ático que hoy en día podemos observar. 

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Los temas de los paños esgrafiados son figuras tanto de niños como de adultos sujetando emblemas, guirnaldas vegetales y escudos. Finalmente durante la Guerra Civil es utilizado por la Brigadas Internacionales y al finalizar la contienda en 1939, la embajada se traslada al Palacio de los Marqueses de Amboage, figurando el palacio desde entonces como sede del Istituto Italiano di Cultura. 

 
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20 de noviembre de 2012

¿Modernidad?

Hoy voy a sacar un poco los pies del tiesto y en vez de limitarme a mi habitual campo blogueril de humilde observador-arquitectónico, he saltado atrevidamente la valla que lo delimita, para así poder hacer una pequeña incursión en otros pagos, y he venido a parar en el siempre florido campo lingüístico. Me explico. En un relativo corto espacio de tiempo, Madrid ha cambiado en muchos aspectos vertiginosamente. No sólo hemos ido perdiendo poco a poco gran parte de una exquisita arquitectura que precedió a este revuelto siglo XXI, sino que también nuestro vocabulario va cambiando paulatinamente, no siempre de forma lógica, y así vamos perdiendo casi sin darnos cuenta vocablos que seguramente ya nunca recuperaremos. Aun estando en contra de la mayoría de estos cambios, pues algunos son inevitables a causa de la aparición de nuevas tecnologías y por lo tanto ha habido también que inventar nuevos términos, hay que admitir que se nos han ido pegando del escuchar cotidiano y acabamos empleando inconscientemente estos extranjerismos cada vez con más frecuencia. Normalmente son anglicismos, aunque como desde hace unos años "ya somos europeos", también comienzan a colarse otras sustituciones innecesarias en nuestro rico, antiguo y mal parado léxico. Como muestra un pequeño botón, pero al fin y al cabo, botón.
  • ¿Quién no se ha quedado alguna vez sin plaza en un vuelo? Pues no te creas que te has quedado en tierra porque ya estaba el avión “petao”, no, es que había overbooking.
  • ¿Escuchas decir a la gente que se va unos días a un balneario?. ¡Qué cutrez!. Se va a disfrutar de los deliciosos chorros termales de un Spa.
  • ¿Queda muy feo que te compres ropa de saldo? No hay problema, si dices que te la has comprado en los “Outlet Arias”.
  • ¿Te crees que sales a la calle guapo/a, elegante o resultón/a? Ni hablar, ahora resulta que todos te ven fashion.
  • ¿Piensas que en el trabajo tu jefe te está acosando descaradamente?. Iluso, sólo te está haciendo mobbing.
  • Ni se te ocurra decir que vas a la peluquería, eso es para los viejos y los paletos. ¡Por favor, adecúa tu vocabulario y di que tienes hora con tu estilista!.
  • ¿Te miran como a un delincuente común si vas a comprar pan y pides la famosa pistola de toda la vida?. Insensato, no asustes al personal y prueba a pedir una baguette, ya que estarás en una boutique del pan.
  • En tu casa, aunque no te lo creas, ya no cambias canales, haces zapping; no anotas a tus contactos en una agenda, los virtualizas en un notebook; no disfrutas de un paseo por el campo, estás haciendo trekking; no te lavas el cerebro con un programa basura, te estás culturizando con un talk-show; las corseterías se han refinado y se han transformado en lingeries; la hora de máxima audiencia, ahora es prime time. Los artistas no se mueven entre bambalinas, sino por un extraño backstage, y voy a decir etcétera porque la lista sería, como una de las obras de Michael Ende, la historia interminable.
Pero ya metidos en harina, no quiero dejar de hacer mención de unos cuantos renombramientos que ahora me vienen a la cabeza y que siempre me llamaron la atención por estúpidos y absurdos y que en definitiva intentan disfrazar lo que no se puede ocultar, a saber: Fenómeno mediático (manipulación pública), país emergente (mano de obra barata), reestructuración empresarial (despido masivo), contrato en prácticas (trabajo precario), déficit público (despilfarro gubernamental) y efectos colaterales (perdón, pero te aguantas). 
Para terminar con mi crítica de estos despropósitos, me viene al pelo copiar la coletilla de un artículo atribuido al lenguaraz Pérez Reverte: ¿Estamos idiotas o qué?

Texto: Manuel Romo
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28 de octubre de 2012

Aleros de Madrid



No, no me estoy refiriendo a esos esforzados baloncestistas que juegan por los laterales de la cancha y que suelen encestar desde posiciones alejadas de la canasta. Como se puede apreciar claramente por las fotografías que acompañan este artículo, me estoy refiriendo a esa parte inferior de los tejados, que rebasa la línea del muro sobresaliendo de la fachada del edificio y que habitualmente sirve para desviar de ella las aguas llovedizas y no deterioren sus enfoscados y decoraciones. 

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A primera vista podríamos pensar que se trata de un simple elemento arquitectónico al que no hay que dar importancia y por eso prácticamente ni nos fijamos. Las fachadas con sus decoraciones y la forja de sus balcones, por poner dos ejemplos, parecen reclamar principalmente nuestra atención. 

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Normalmente no reparamos en ese otro tipo de detalles que, quizá por su simple utilidad, pierden importancia pero que sin duda también contribuyen a que la mayoría de las edificaciones queden decorativamente rematadas en sus partes altas. 

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A nada que nos fijemos, podemos apreciar en Madrid un gran muestrario de estos aleros, que vienen a corroborar la existencia de verdaderos trabajos artísticos, ya sea por su colorido, sus dibujos o por las tallas en los puntales de las vigas que los sustentan. Aquí os dejo una pequeña representación de aleros de Madrid. 


Texto y fotos: Manuel Romo
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6 de octubre de 2012

Cine del Callao


Cine del Callao 1930

Muy pobre es en realidad el capítulo modernista en nuestra ciudad, sin embargo, a partir de la primera década del siglo XX, parece que Madrid prefirió decantarse por el estilo Art Déco, presente en algunos edificios destinados, sobre todo, al cinematógrafo. Dentro de esta tendencia, una de las obras que más sobresale, aunque con desafortunadas modificaciones aún sobrevive, es el Cine del Callao. 

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Este emblemático edificio construido en 1926 y terminado un año después, se lo debemos al arquitecto madrileño Luis Gutiérrez Soto (1900-1977), apodado cariñosamente como “el arquitecto de los cines”, ya que tan sólo en Madrid construyó los cines: Europa, Barceló, La Flor, Rex, Narváez, Montera, Carlos III, Atocha, Dos de Mayo, Actualidades, entre otros. 

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El Cine del Callao, que es el que hoy nos ocupa, lo edificó sobre un solar en forma de V y excesivamente alargado, por lo que al fondo de dicho solar, con entrada por la calle de Jacometrezo, proyectó levantar el edificio destinado a oficinas y a su propio estudio, resolviendo así la longitud desmesurada que tendría la sala de visionado. 

Cine del Callao planosM@driz hacia arribaCine del Callao vestbulo

Constaba todo el conjunto: en su planta sótano con un gran salón de baile, la planta baja con una sala de proyecciones para mil quinientas localidades, la primera planta con un amplio vestíbulo que daba paso a un salón de té con balcones al patio de butacas, la segunda planta con una antesala que daba acceso a los palcos, en el ático una terraza, a cielo abierto, concebida para cine de verano y coronando el conjunto, el torreón de esquina que hacía las funciones de faro luminoso para atraer la atención de posibles espectadores. 

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La decoración del edificio original, tanto exterior como interior, estaba influenciada por las tendencias neobarrocas españolas, sugerencias vienesas y elementos art-déco, valiéndose el arquitecto para dar monumentalidad y elegancia al conjunto con, un cuerpo inferior almohadillado, una gran marquesina de hierro y cristal sustentada por cuatro tensores de acero, estatuas flanqueando su fachada principal, grandes paños con jarrones y motivos florales esgrafiados, óculos ovalados, vidrieras emplomadas, grandes vanos verticales con vidrios de colores e interiores con salones entelados o con pinturas al fresco y suntuosas lámparas de lágrimas de cristal. 

Cine del Callao sala de proyeccionesCine del Callao saln de t

El Cine del Callao fue inaugurado con la proyección de la película muda “Luis Candelas, el bandido de Madrid” y ya en el verano de 1929, se proyectó la primera película sonora y hablada estrenada en España, “El cantante de jazz”. Canta la popular frase zarzuelera que “las ciencias adelantan que es una barbaridad”, pero a juzgar por los cambios de imagen sufridos en este edificio, en pro de la tecnología, simplemente me parecen una barbaridad. El noventa por ciento de su decoración original ha desaparecido, !menos mal que es un edificio que goza de protección oficial!
 
 
M@driz hacia arriba©2006 | Manuel Romo

8 de septiembre de 2012

Plaza de la Cebada, 4


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Ya queda menos para la fecha prevista de la demolición de este maltrecho, pero bonito, edificio de principios del siglo XX. Como reza el cartelón adosado a su fachada, fue declarado en ruina en el año 2010 y si nadie lo remedia su condena se hará efectiva en breve. Supongo que la asociación de vecinos de la plaza de la Cebada habrá intentado impedirlo y que estará en ello, pues han demostrado en diferentes ocasiones que pelear por la conservación del barrio y sus tradiciones es para ellos objetivo primordial. 

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Desconozco por completo los informes técnicos que llevaron al Ayuntamiento a llegar a esta resolución, pero siempre me quedará la duda de si no habrá intereses más oscuros detrás de este fallo. ¿No se han pasado ITEs de dictamen positivo?¿Será realmente imposible la rehabilitación?¿No es conservable ni siquiera la fachada, según la legislación para la conservación del casco antiguo? Si a pesar de todo se lleva a cabo la demolición, que será lo más probable, ¿se tendrá en cuenta el entorno y las alturas para la nueva edificación? Si tan en ruina está ¿cómo, desde 2010, han consentido que esté habitado? Supongo que el consistorio ya tendrá planificado el realojo de los inquilinos de esta comunidad, ¿o no?. Dudas, preguntas, dudas, preguntas...


M@driz hacia arriba©2006 | Manuel Romo

28 de agosto de 2012

Agosto en Madrid



Algo debemos de estar haciendo de través en este bendito país para tener que estar sufriendo las iras de Pedro Botero, en forma de grados centígrados infernales. No sé si será esta canícula que ya parece estar finalizando, la edad que no perdona a las seseras, mi tan criticado e innato despiste o el ir mirando como un pánfilo siempre “parriba”, pero lo cierto, lo juro, es que no me había percatado de que Madrid se estaba llenando de pingüinos rey. Y una vez puestos mis ¿cinco? sentidos en alerta máxima, alguno de ellos me llevó a las reflexiónes: ¿tanto estará influyendo en el planeta el cambio climático?¿los pingüinos también hacen el agosto?¿será un tour del inserso antártico para visitar el Prado, el Retiro y demás maravillas capitalinas?

Pinginos (1)Pinginos (3)

Ca, nada más lejos de la realidad. Yo, que a veces soy más avispado que la agencia Reuter, me he enterado que las susodichas aves ya llevan afincadas o anidadas o emplazadas, unos meses en los madriles. Y sé de buena tinta, creedme, que es por una buena causa. La culpable de la iniciativa ha sido Faunia, que para recaudar fondos que se donarán a distintas ONG’s, ha encargado a reconocidos artistas y diseñadores vestir de alegres colores a estos veinte turistas insólitos. He intentado aprovechar la coyuntura fauniana para estimular mi autosugestión y hacer más llevadero este agosto africano sin tener que recurrir al aire acondicionado pero, ná de ná. En fin, siempre me quedará la sierra.

Texto y fotos: Manuel Romo

30 de julio de 2012

Rejería del Madrid borbónico (XVIII)


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En la Italia de principios del siglo XVIII surgen las primeras construcciones barrocas, una producción de rejas sumamente ornamentales acopladas tanto en fachadas: puertas, ventanas y balcones, como conformando grandes rejas que aíslan jardines a la vez que los decoran. Esta forja monumental de idea decorativa pasa a Francia. Desde Italia y Francia pasa a los centros cortesanos alemanes y austriacos e incluso también a Rusia, llenándose todas estas ciudades de grandes puertas de hierro, rejas de jardines y balaustradas férricas en los puentes. Lo más característico de esta forja ornamental es la introducción de la cinta, con la que se componen los llamados “encajes férricos”. 

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Con esta cinta se forman volutas, rocallas y todo tipo de tracería que destacando sobre los fondos produce un efecto opulento. Todas estas formas del trabajo rejero llegan a España con los Borbones. Se plasman, primero, en los Reales Sitios, se extienden después por las residencias de los nobles y acaban completando la arquitectura de los grandes templos. Una rejería en la que es muy frecuente que sus artífices fuesen franceses afincados en España o llamados para encargos, o bien forjadores nacionales que hubiesen viajado y estudiado en el extranjero. Tales son los casos del maestro Duperier o el del rejero Antonio Dupar, o el del maestro hispano Diego Martínez. 

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En Madrid, sede de la Corte y residencia de la alta nobleza y burguesía, establecieron talleres los mejores rejeros, como el italiano Joseph Say y el francés Juan Bautista de Platón y españoles como los maestros Silvestre Poderos, Antonio Bazán y Francisco Manzano, artífices de los magníficos balconajes de la planta principal del Palacio Real. Ya en pleno reinado de Carlos III, surgen en España las Sociedades Económicas de Amigos del País creadas para impulsar el desarrollo de las industrias, especialmente el fomento de las manufacturas metalisteras. 

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Tales empresas adquirían el hierro en fábricas y en hornos de fundición que lo surtían ya elaborado en gruesos y formas al gusto del demandante y de metalisteros, siguiendo pautas de rejeros y cumpliendo órdenes de arquitectos. Estas industrias comenzaron a proliferar por todas las regiones, si bien las sedes más importantes estuvieron en Vascongadas, Madrid y Barcelona, donde vieron la luz casi todas las obras férricas y metalisteras que se emplearon con fines prácticos y decorativos a finales del XVIII y comienzos del XIX. Las obras de mayor envergadura salidas de estas empresas fueron la larga serie de lienzos rejeros de jardines, parques y edificios públicos. 


Uno de los mejores ejemplos en Madrid es las rejas y puertas del Jardín Botánico, ordenado construir por Carlos III para que completase el entorno del entonces Museo de Ciencias Naturales, hoy Museo del Prado, trazado por Juan de Villanueva quien llevó a cabo su cerramiento para que al mismo tiempo permitiesen ver a través de sus barrotes. Terminadas las obras del jardín en 1789 se instalan las rejas trazadas por Pedro Muñoz y Francisco Arrivillaga y ejecutadas en Tolosa, convirtiéndose en una de las primeras obras de la rejería industrializada española. 

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Otra producción metalistera de esta etapa fue la de las farolas de alumbrado público. Durante el reinado de Carlos III se reglamenta el alumbrado público en Madrid, creándose en 1761 un Cuerpo Municipal encargado de la conservación, limpieza y encendido de farolas. Madrid se ilumina con bujías de estearina y de parafina aplicadas a los primeros faroles en las últimas décadas del XVIII, obra de hojalateros y vidrieros, que colgaban por medio de pernos y palomillas, pudiendo ser sus formas cilíndricas o cuadrangulares, de los cuales ningún ejemplar a llegado a nosotros, siendo tan sólo conocidos por referencias de las crónicas de la época. 


Fuentes: Fernando de Olaguer-Feliú (Catedrático de Historia de Arte de la U.C.M.)
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12 de julio de 2012

La rejería renacentista en Madrid


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Con la llegada del siglo XVI, las ciudades cobran distintos aspectos. La nobleza se hace ciudadana y destina sus residencias campestres exclusivamente para recreo y uso vacacional, establece sus moradas en la ciudad y el resultado de ello será la construcción de palacios y mansiones aristocráticas, convirtiéndose así la vivienda señorial en la construcción por excelencia en los núcleos de población. 

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Estos palacios tenían en común la necesidad de abrirse a la ciudad. Ya no son residencias como en épocas medievales, no necesitan habitáculos cerrados y protegidos sino que gustan de mostrarse en toda su grandeza. Tal apertura se materializa en unas fachadas donde abundan las ventanas, balcones y balconadas, grandes vanos a través de los cuales se pueden vivir los eventos del exterior, estar presente y al mismo tiempo alejado de la urbe. 

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Todos estos vanos precisan de una protección: si se encuentran a escasa altura deberán aislarse para evitar entradas “no deseadas” y si se sitúan en pisos superiores deberán disponer de antepechos, pretiles o parapetos para evitar posibles caídas. Tales protecciones se llevaron a cabo por medio de trabajos de forja: rejas para las ventanas inferiores y balconajes para los vanos superiores. Tenemos nuevamente la obra férrica, ahora en la ciudad del siglo XVI. Estas rejas y balconadas eran de “hierro dulce”. 

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Las rejas embellecen la fachada y enriquecen la estética general de la ciudad. La rejería arquitectónica del barroco presenta dos etapas: una abarca el siglo XVII completando la arquitectura del austero barroco de los Austrias y otra, en el siglo XVIII, formando parte de la arquitectura ostentosa de los Borbones. La primera etapa se caracteriza por su sobriedad y la segunda por su recargamiento. 

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Los trabajos metalisteros en el siglo XVII supusieron una etapa de decadencia que se acusó también en el campo de la rejería arquitectónica. La producción rejera más austera fue la derivada del modelo Herreriano, que hizo que la forja monumental se simplificase. Tal decadencia y austeridad rejera lógicamente también se reflejó en Madrid. 


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Las ferrerías estaban mayormente establecidas en el norte, el material era traído desde Vascongadas. Concretamente desde Legazpi salió una considerable y buena producción. Estas obras de gran sobriedad van acompañadas por pilares de piedra y ornatos en los remates de sus barrotes, sobretodo en forma de lanza o de flecha. 

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En Madrid se conserva un buen ejemplo: la “reja-muro” del monasterio de la Encarnación, cerrando el patio tras el que se levanta la fachada realizada por Gómez de Mora. La reja se extiende a lo largo de cinco lienzos, separados por pilastras y con una puerta en el lienzo central a dos batientes. Las formas abalaustradas de sus barrotes son torneadas y rematadas en flecha. 

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Otro tipo de creación rejera propio del siglo XVII fue la “reja-puerta” cerrando grandes portones de medio punto a dos batientes y con un montante semicircular de barrotaje radial. La Colegiata de San Isidro conserva todavía una de estas grandes “rejas-puertas” ejecutada en los talleres metalisteros madrileños en los años del reinado de Felipe IV. 



Una tercera producción de forja en este siglo fue la de los balconajes, que se ubicaron en las fachadas de palacios y mansiones nobiliarias. Pocos se conservan en Madrid dada la destrucción de tantas mansiones señoriales, pero algunos iremos viendo. 


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