Mostrando entradas con la etiqueta Escultura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Escultura. Mostrar todas las entradas

12 de enero de 2019

Eduardo Arroyo



Madrid rinde homenaje a la figura del pintor madrileño Eduardo Arroyo, fallecido a los 81 años el pasado 14 de octubre, con una exposición que reúne 38 obras, entre pintura y escultura, producidas por el artista desde el año 2000.
El título de la exposición proviene del último cuadro pintado por el artista en julio de 2018 en su taller de Robles de Laciana (León).



Como señala la comisaria de la muestra, Fabienne Di Rocco:
A partir de la famosa leyenda del marinero maldito recreada en la música de Richard Wagner, Arroyo inventa una gran composición en forma de fantasía literaria donde el amarillo y los colores primarios compiten con la máscara negra del personaje de Fantômas, que juega como en un jeroglífico contra otros fantasmas presentes en la exposición”.

La obra de Arroyo está plagada de referencias literarias, Dorian Gray, Moby Dick, Don Juan Tenorio, Falstaff, Madame Butterfly, Doña Inés, Unamuno o La guerra de los mundos.


 La exposición, El Buque Fantasma”, podrá visitarse, desde hoy 12 de enero, hasta el 17 de marzo, en el Pabellón Villanueva del Real Jardín Botánico.



M@driz hacia arriba©2006-2019 | Manuel Romo

7 de febrero de 2017

30 de enero de 2017

27 de junio de 2016

Victorio Macho



El Romano, el Coloso, el Atlante, se le ha llamado de todas estas formas, es una escultura de Victorio Macho Rogado (Palencia 1887 - Toledo 1966) situada en la cúspide del edificio de Gran Vía nº 60. Se trata de una obra realizada en 1930 con un curiosidad oculta que dejó su autor. ¿Cuál?

19 de enero de 2013

120 aniversario de Fundición Codina


©M@driz hacia arriba

Desde finales del siglo XIX y a través de cinco generaciones de fundidores, la Fundición Codina, decana de las fundiciones y una de las más veteranas del mundo, ha poblado con su legado las calles de gran parte de Europa y América. Por ella han pasado unas 12.000 toneladas de bronce, material casi eterno, que una vez fundido han dado forma a miles de obras de más de 750 artistas.

Fundición que desde sus comienzos hasta mediados del siglo XX, se efectuaba con hornos de leña, labor ardua con este tipo de hornos para alcanzar los 1.200 grados de temperatura que se necesitan para fundirlo. Allá por 1887, Benito Codina se asocia en Barcelona con su cuñado Campins hasta que en 1906 deciden trasladar el negocio a Madrid, instalando la fundición en diferentes ubicaciones de la capital. Pero sería en la calle Albarracín, con tan solo 15 operarios, donde a mediados de los años 50 quedaría estable la sede. 

Las inquietudes de D. Benito le llevaron a viajar por varios países para ampliar conocimientos y conocer nuevas técnicas del fundido, y fue en Italia donde conoció y de allí importó el procedimiento de la fundición “a la cera perdida”, sustituyendo así al laborioso y costoso método “a la tierra”. Muchos son los artistas que confiaron sus obras al buen hacer de los Codina, entre los que podemos citar a Mariano Benlliure, Querol, Aniceto Marinas, Victorio Macho, Pablo Serrano, Higinio Basterra, Oteiza, Coullaut-Valera, Antonio López y un largo etcétera.

De este oficio tan desconocido dentro de las artes al que se dedicaron los Codina y gracias a grandes impulsores de las artes como los reyes D. Alfonso XIII y Dª. María Cristina, sólo en Madrid, surgieron maravillas escultóricas como: el monumento a Alfonso XII y el conjunto de ocho leones en el Parque del Retiro, el monumento al general Martínez Campos también en el Retiro, a Eloy Gonzalo (Cascorro) en el Rastro, la estatua ecuestre de Carlos III en la Puerta del Sol, las efigies de Velázquez, Goya y Murillo en las inmediaciones del Museo del Prado, las cuadrigas que coronan una entidad bancaria en la calle de Alcalá (1923), el grupo escultórico dedicado a Cervantes en la Plaza de España (1930) o la victoria alada que se yergue sobre la cúpula del edificio Metrópolis. 

D. Benito CodinaAlbarracín

Hoy en día, la generación de los bisnietos y tataranietos de D. Benito Codina continúa con esta larga tradición de fundidores, que desde 1999 se trasladaron a Paracuellos del Jarama, donde perpetúan esa complicidad, que siempre ha existido entre estos dos tipos de artistas, que son los escultores y los fundidores. 120 años de historia de la Fundición Codina que han merecido una excelente exposición en la Fundación Diario Madrid con una selección de obras para disfrutarlas de cerca y recrearse con los detalles. 

Fundación Diario Madrid. c/. Larra, 14. Hasta el 31 de enero. Entrada gratuita.

 M@driz hacia arriba©2006-2013 | Manuel Romo


14 de noviembre de 2011

Antiguo Ministerio de Fomento


Este edificio está situado en el número uno del paseo de la Infanta Isabel, junto a la Glorieta de Atocha (glorieta del Emperador Carlos V), y fue construido para albergar al entonces Ministerio de Fomento que inicialmente era un ramo del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas.
Del proyecto y también de las obras de construcción se encargó en el año de 1893 el arquitecto burgalés Ricardo Velázquez Bosco (1843-1923), aprovechando que en dicho solar ya existían desde 1886 los cimientos de una antigua Escuela de Artes y Oficios que no llegó a construirse y que a la postre condicionaría el desarrollo del nuevo edificio.

El edificio resultante, concluido en 1897, presenta una planta de forma rectangular retranqueada que se encuentra organizada por dos patios interiores de idénticas proporciones cubiertos ambos por una estructura de hierro y cristal.
Sin desmerecer del resto, quizá lo más destacado del edificio sea el cuerpo central de la fachada, compuesto por un pórtico central de igual altura que la planta baja, que sirve al mismo tiempo de basamento a cuatro pares de columnas gigantes de orden corintio que soportan un arquitrabe y un ático de notables proporciones.

También caben destacar las decoraciones de azulejos y esmaltes, que circundan las cuatro fachadas, obra del ceramista y pintor madrileño Daniel Zuloaga Boneta (1852-1921); las pinturas de Alejandro Ferrant y Fischermans (1843-1917); las imponentes cariátides del pórtico de entrada, obras del escultor catalán José Alcoverro y Amorós (1835-1908), que representan a la Industria y al Comercio, y el no menos colosal grupo escultórico “La Gloria y los Pegasos” coronando el ático.  

Obra que realizó en piedra el escultor catalán Agustín Querol y Subirats (1860-1909), y que más tarde fue sustituido por una réplica en bronce que corrió a cargo del escultor extremeño Juan de Ávalos y Taborda (1911-2006). 
Con la reforma ministerial que se produjo a comienzos del siglo XX, el Ministerio de Fomento fue suprimido y el edificio fue ocupado por el Ministerio de Agricultura y por el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, más tarde lo ocupó en exclusiva el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación y hoy en día alberga el Ministerio de Medio Ambiente.

Fuentes: "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería".
M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

18 de agosto de 2011

Puerta de Toledo (comparativa)


Litografía de J. Cebrián s.XIX

La Puerta de Toledo preside la glorieta del mismo nombre, en la que confluyen la Ronda de Segovia, el Paseo de los Pontones, la calle de Toledo, la Ronda de Toledo y la Gran Vía de San Francisco.
Ya en la primitiva cerca de la ciudad construida en el siglo XV existió una puerta, de la que no quedan referencias, llamada de Toledo, de donde partía el camino que iba a la ciudad homónima.
En 1625, al construirse la cerca que ordenó Felipe IV, se levantó una segunda puerta, situada algo más cerca del centro de la ciudad que la actual, en la calle de Toledo.
Los primeros proyectos de construcción de la puerta actual se remontan a 1812, en la época de ocupación napoleónica, durante el reinado de José Bonaparte, cuando se ordenó su diseño para adecentar la entrada a Madrid por el antiguo camino real de Andalucía.



Este primer proyecto no llegaría a ejecutarse puesto que, tras la expulsión de José Bonaparte en 1813, las autoridades municipales encargaron un nuevo diseño al arquitecto neoclásico, discípulo de Villanueva, Antonio López Aguado(1764- 1831), que proyectó la puerta a modo de un arco triunfal dedicado al recién restaurado rey, Fernando VII.
Con una altura de 19 metros y una clara reminiscencia romana, está conformada con bloques de granito y compuesta por un gran arco central de medio punto y dos puertas dinteladas.



La decoración consiste en medias columnas estriadas de orden jónico a los lados del arco central y pilastras del mismo estilo enmarcando las puertas laterales.
Se encuentra coronada por un grupo escultórico en piedra diseñado por el escultor valenciano José Ginés(1768- 1823) y esculpido por Ramón Barba ( 1767- 1831) y el toledano Valeriano Salvatierra (1788- 1836) y compuesto por una alegoría de España, representada por dos niños, portando el escudo de armas de Madrid, una personificación de las Artes, una matrona simbolizando las provincias y el león como símbolo del poder monárquico. 



Sobre ambas puertas laterales completan la composición diversos trofeos militares.
Fue la última puerta monumental erigida en el antiguo recinto de Madrid. Se construyó entre los años 1817 y 1827 y fue restaurada por el Ayuntamiento de Madrid en 1995.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

20 de julio de 2011

Cornelis Zitman en Madrid


Aunque en un principio este artículo parezca no encajar con la temática pretendida de este blog, nada más lejos de la realidad, pues, a mi entender, es una forma de Art-quitectura, al fin y al cabo.
Hace unos días, con motivo de la reapertura, no exenta de polémica, del C. C. Conde Duque, visité por casualidad una exposición de escultura de un artista holandés, para mí totalmente desconocido y que por la originalidad de su obra, que me sorprendió y entusiasmó, he creído conveniente incluir aquí mi particular homenaje.

 Cornelis Zitman nace en el año de 1926, en el seno de una familia de constructores de Leiden, Holanda. Con 15 años ingresa en la Academia de Bellas Artes de la Haya. En 1947, en plena Segunda Guerra Mundial, emigra en un petrolero sueco a América del Sur, a la ciudad de Coro, Venezuela. En 1949 se traslada a Caracas donde comienza a pintar y esculpir inspirándose en los cuerpos de la población nativa, recibiendo en 1951 el Premio Nacional de Escultura.
En 1961 expone en Boston, Estados Unidos, y en 1964 vuelve por espacio de tres años a Holanda para aprender técnicas de fundición con el también escultor Pieter Starreveld. Tras este aprendizaje, vuelve a Venezuela para establecerse definitivamente en un trapiche, viejo molino de caña de azúcar, situado en una de las colinas que rodean la ciudad de Caracas, donde consolida su carácter de escultor, convirtiendo sus obras en representaciones de una nueva raza, la que se ha dado en llamar, la raza zitmaniana.

En 1971 expone en la galería Dina Vierny de París y, a partir de entonces, se dedica exclusivamente a la escultura. Expone individualmente en Venezuela, Suiza, Estados Unidos, Francia, Holanda y Japón, obteniendo varios premios nacionales e internacionales.
Sus esculturas, la mayoría en bronce, representan lo visible y lo tangible, destacando y exagerando a modo de caricatura la morfología de los indígenas de aquellas tierras venezolanas. Caben destacar especialmente las figuras femeninas, por sus tremendos y rotundos volúmenes, sin desmerecer las esculturas tribales, las de niños y ciclistas.

La exposición “Cornelis Zitman en Madrid”, que se expone en el Centro Cultural Conde Duque desde el 10 de junio hasta el 16 de octubre, da acogida a 103 esculturas, 25 dibujos y un óleo fechado en 1946, su obra más antigua, y en la que los críticos han querido ver una premonición de lo que posteriormente sería su mundo creativo. La exposición se compone de obras procedentes del Museo Beelden Aan Zee de Scheveningen, Holanda, del Museo Maillon, de París, de diversas colecciones de particulares y de la colección del propio artista.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

23 de septiembre de 2010

Parque del Oeste

Está situado entre la carretera de La Coruña, la Ciudad Universitaria, Puente de los Franceses y el Barrio de Argüelles. Es el primer parque público creado como tal en la Villa de Madrid. Se comenzó su construcción en 1893, tras la expropiación del Real Sitio de la Florida por el Estado de la República y quedó inaugurado en 1905.
El autor del proyecto fue el Director de Jardines y Plantíos del Ayuntamiento de Madrid e ingeniero agrónomo, D. Celedonio Rodrigáñez y Vallejo, sucediéndole a su jubilación en 1910, su ayudante y también paisajista, Cecilio Rodríguez, Jardinero Mayor del Ayuntamiento de Madrid.

En 1906, siendo alcalde de Madrid, don Alberto Aguilera, se solicitó el trazado de un lugar para el paseo y descanso de los madrileños, en los terrenos que antiguamente ocupaba el principal vertedero de basuras de la ciudad, dando inició a una segunda fase, añadiendo 3 hectáreas y finalizándose ésta en 1914.
Es uno de los espacios verdes más importante de Madrid. Actualmente, tiene una superficie de 98,60 hectáreas, en su mayor parte ajardinadas, con gran variedad de coníferas, cedros del Líbano, chopos, tilos y hayas.
  
El parque cuenta con lugares tan singulares como la Escuela de Cerámica, fundada en 1911 por Francisco Alcántara. La Rosaleda, con 15.000 metros cuadrados.
El Templo de Debod, templo egipcio del siglo II a.C. regalo del Gobierno de Egipto por la colaboración española en la construcción de la presa de Assuán y emplazado en el mismo lugar donde se encontraba el Cuartel de la Montaña, famoso por los sucesos de 1936, cuando fue asaltado por los madrileños en busca de armas para defenderse del ejército sublevado.

El Parque de la Tinaja, de 2 hectáreas de extensión, con uno de los hornos de la antigua Fábrica de Cerámica de la Moncloa, fundada en 1816 por Fernando VII.
El Templete de la Música, de forma octogonal con estructura de hierro y hormigón, suelo de granito y cubierta de pizarra. La Casa de la Rosa, recinto anexo a la Escuela de Cerámica, etc.
El parque tiene carácter monumental y paisajista con un trazado de jardín inglés, con fuertes desniveles, caminos curvilíneos de inspiración naturalista, extensas praderas verdes, un arroyo con saltos de agua, monumentos, estatuas, esculturas y fuentes.

Madrid hacia arriba© 2010 | Manuel Romo

2 de noviembre de 2009

Sacramental de San Isidro


En la margen derecha del río Manzanares, entre los puentes de Segovia y Toledo, en lo alto de un pequeño cerro, para custodiar el manantial cavado a comienzos del siglo XII en los campos de su señor Iván de Vargas, por un labrador mozárabe de Madrid, llamado Isidro (¿- 1170), levantó en 1528 la emperatriz Isabel, esposa de Carlos I, un sencillo oratorio a manera de una casa pequeña que pronto fue foco de peregrinaciones de cristianos, no exentas de peligros.
     
Se cuenta que la reina Isabel la Católica, a finales del siglo XV, acudió al lugar para comprobar en su persona las dotes milagroso-curativas de las aguas de la fuente de Isidro Labrador (pues no le canonizaron hasta 1622) y fue acometida por un oso al que la leyenda dice que ella misma dio muerte. La sencilla ermita que conocemos hoy, fue edificada en 1725 sobre las ruinas de la construcción primitiva y presenta una única nave con cúpula y linterna.

Ya durante el reinado de Carlos III se intentó que por razones de higiene y salubridad, puesto que anteriormente los enterramientos eran realizados en las iglesias de la ciudad, se empezaran a construir cementerios fuera del casco urbano. Pero no fue hasta el reinado de José Bonaparte cuando se construyeron los dos primeros camposantos; el Cementerio General del Norte en 1809 y el del Sur en 1810. Varias Archicofradías y Sacramentales de la ciudad empezaron a construir paulatinamente sus propios cementerios para enterrar en ellos a sus afiliados. El primero de estos camposantos fue el de la Sacramental de San Isidro, San Pedro y San Andrés, construido en 1811 sobre el llamado cerro de las Ánimas.
     
Siete patios conforman esta sacramental de San Isidro, los tres más antiguos, quizás son los más interesantes por su forma rectangular, de forma claustral, en la que se encuentran los nichos. En un principio (1811), sólo estaba constituido por un solo patio, el de San Pedro, diseñado por el arquitecto Rafael Isidoro de Hervías y en él se pueden encontrar las sepulturas de Isabel Tintero, (la que encontró el lienzo de la Virgen de la Paloma), la de Rafael Oseñalde, (cura párroco de San Andrés), la de Antonio Fraseri (médico de cámara de Fernando VII), la de Bernardo Conde (director de la Fábrica de Cerámica del Buen Retiro), la de Campomanes, y la de la familia Madrazo.

 En la última etapa del reinado de Fernando VII (1829), se construyó el segundo patio, el de San Andrés, obra del arquitecto José Llorente. Descansan en este patio, entre otros, el general Diego de León y el conde de Toreno. En 1.848 se edificó el tercero y más amplio. El patio de San Isidro, obra de José Alejandro Álvarez y en él descansan personajes como Leandro Fernández de Moratín, Ramón de Mesonero Romanos, Antonio Maura, José Canalejas, Consuelo Bello (la Fornarina) y Manuel Montes de Oca.

      En el año 1.855 comenzaron las obras de ampliación de este cementerio, construyéndose el patio de la Inmaculada Concepción, de estructura neorromana de columnatas, torreones y una galería circular de nichos y que encierra un espléndido conjunto de panteones con casi todos los estilos del siglo XIX. A este patio le sucede el de Santa María de la Cabeza, que se extiende a la derecha del primitivo de San Andrés y por último, el del Santísimo Sacramento y el de San Juan, quedando aparte y en un nivel más profundo los tres patios del primitivo camposanto de San Pedro y San Andrés.
       
 Durante el siglo XIX se convirtió en el cementerio de calidad de Madrid, siendo el preferido por la aristocracia, los políticos, la alta burguesía y muchos artistas decimonónicos, lo que nos ha legado un conjunto de panteones de gran factura arquitectónica y artística dentro de los monumentos funerarios. Los arquitectos empleaban para este fin todos los recursos disponibles, adornando y enriqueciendo sus trabajos con elementos escultóricos y la presencia de diversos oficios artísticos como la cantería, la forja, las vidrieras y los esmaltes.
Estando considerado uno de los cementerios más interesantes de Europa, está catalogado como Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico.


Fotos: Manuel Romo  
Fuentes: Congregación San Isidro, Madripedia, Archimadrid.

Madrid hacia arriba© 2009 | Manuel Romo