19 de noviembre de 2010

Teatro Apolo



Madrid conoció en la segunda mitad del siglo XIX el mayor crecimiento teatral de su historia. Teatros como el Español, Novedades, Variedades y Circo Price compitieron con el Martín, Eslava, Lara, Apolo, Comedia o Príncipe Alfonso. A estos se unían el Bretón, Buenavista, Recreo, Cava Baja, Liceo Cervantes, Liceo Ríus, Platerías, Pintoresco, De la Risa, De la Sartén y otros de corta vida o de temporada, al ofrecer sólo representaciones en verano. Ante la oferta existente se acordaron cuatro representaciones: Antes de cenar, después de cenar, después de la tertulia y la cuarta para trasnochadores. Nacía el teatro de funciones por horas. ¡Un real costaba la entrada!.

En 1861 había en Madrid 575 sociedades casino, 145 de baile, 139 de música y 123 dramáticas, con nombres como Rigoletto, El Club de los Lindos, La Deliciosa o El Elegante. Los salones del Prado, Recoletos, Circo de Paúl o Alhambra se convertían en salones de baile y surgieron otros como el jardín del Circo Price, los jardines Tívoli, los jardines Paraíso, el Eliseo Madrileño y los Campos Elíseos. En casas particulares, sobre todo de la nobleza, se representaban obras, todavía en 1864 había 722 marqueses, 588 condes, 166 caballeros de Santiago, 82 duques, 74 vizcondes y 67 barones. 

En 1870 el primitivo convento de los carmelitas descalzos fue demolido para construir el Teatro Apolo, un templo de la música que si bien al principio se dedicaba a poner obras de Echegaray, pronto se convirtió en la sede del teatro lírico estrenando “La Verbena de la Paloma”, con el sobrenombre de “El boticario y las chulapas o Celos mal reprimidos”, “La Revoltosa”, “Agua, azucarillos y aguardiente” o “La Gran Vía”, esta última estrenada en el Teatro Felipe y luego cuatro temporadas en el Apolo.

Teatro Apolo4 1920

En los últimos diez años del siglo se produjeron 1500 títulos de autores como los hermanos Álvarez Quintero, Arniches, Benavente, Vital Aza o Fernández Shaw con música de Chueca, Chapí, Bretón, Torregrosa o Serrano. El Teatro Apolo, antes Teatro Moratín estuvo situado junto a la iglesia de San José, en la calle de Alcalá, y abrió su puertas entre 1873 y 1929. Tras su demolición se levantó en su lugar el edificio del Banco de Vizcaya.


Madrid hacia arriba© 2010 | Manuel Romo

9 comentarios:

  1. Hola Manuel:
    ¡Menuda época más divertida! ¡Qué cantidad de espacios de ocio! Enhorabuena por el artículo, muy bien documentado, y por las fotos comparativas, que están muy bien.

    Un abrazo fuerte, Jesús

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  2. Genial este artículo, Romo!!... bueno, como todos los demás. Cuánto ha cambiado la decoración urbana de nuestra ciudad y que bueno es recordar aquellas que ya no están.
    Saludos!

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  3. ¡Qué época, Jesús! Creo que sabían divertirse de lo lindo, siempre en fiestorras, bailongos y todo tipo de saraos, aunque les faltasen los reales y vivieran de "prestao" y apariencias.
    Salud!


    Gracias Eduart. Yo debo tener espíritu del XIX, nací en un siglo equivocado. Como se dice ahora, "lo flipo" cuando leo historias decimonónicas de sus paseos, bulevares, parques, publicidad, etc.
    Salud!

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  4. Siempre ha sido y será la ciudad que nunca duerme.
    Me encanta el post... por lo que me toca (soy actriz de teatro amateur).
    Un abrazo
    Nataly

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  5. Hola Nataly, qué suerte tienes, es una profesión que me hubiera gustado seguir(dicen que todos llevamos un niño y un actor dentro), pero ya sabes, las dotes y el miedo escénico...Me consuelo viendoos desde el patio de butacas.

    Un abrazo.

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  6. Hola Manuel,
    bonito y preciso recorrido por los antiguos teatros madrileños, siempre tengo la sensación de que el Teatro es el arte que tenemos más olvidado hoy día, así que gracias por este paseo y este recuerdo de una época, estaría bien poder organizar visitas guiadas al pasado, por un rato ¿verdad?
    besos

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  7. Muchas gracias Mercedes. Al teatro le ha ganado la partida los musicales, ¡con los actorazos que hemos tenido en España!...y sería fantástico ese feedback guiado a siglos anteriores, más de uno de nosotros disfrutaría lo indecible.

    Un beso.

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  8. Cuantos títulos emblemáticos se estrenaron en el Apolo y cuantas cosas podría contarnos si hubiera llegado hasta nuestros días. Que bella estampa la del Apolo, vecino de San José y en plena calle de Alcalá, donde la florista vendería tantos nardos que llevaba apoyados en la cadera. Que tiempos aquellos en que en Madrid había tantos teatros donde ir a pasar el rato y oir una buena zarzuela o ver una buena obra. Cada día desaparecen más salas de espectáculos. El cine y el teatro están destinados a desaparecer en nuestra ciudad, internet será el sustituto de esas grandes salas donde tantos madrileños pasaban las horas escuchando a Felipe y Mari Pepa.

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  9. Bélok,
    Hace unos años escribí un pequeño artículo que se titulaba "Madrid desaparece", y naturalmente no desaparece sólo muta. Pero esa mutación te da elementos de juicio para poder comparar el antes y el después y poder elegir. Y yo me quedo con "Ay Felipe de mi vida, Mari Pepa de mi corazón...". Me encantaría ver y oír vocear a esa florista y pasar bajo los arcos del Apolo para ver una función. Me llamarán carca, retro y anticuado, pero "asín" es.

    Un abrazo.

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